La represión afectiva es algo serio. Genera muchos problemas entre los más comunes es que las personas se vinculan desde la razón; es decir, desde los pensamientos y las ideas de forma “racionalista” sin que haya un compromiso afectivo que también se de por medio de la experiencia del amor en el interior.
Esto, con el tiempo genera no solo carencia de empatía, sino que la persona se endurezca en sus juicios y se aferre a sus ideas con mayor fuerza. Percibirá peligro ante la expresión de los sentimientos de otros, los desvalorizará constantemente porque los percibe incluso con un signo de “debilidad” del otro.
Caminar por la vida así, reprimido afectivamente hace que el corazón de carne al que hace referencia el evangelio se convierta en un corazón de piedra tan duro como el concreto.
Así, la persona terminará condenado a vivir en soledad, encerrado en sus pensamientos y con la capacidad de amar sepultada bajo las toneladas de concreto.