La vida puede ser dura. En esos momentos podemos sentir que hemos perdido lo que más significado tiene para nosotros. Luego de estar perdidos -deambulando- nos damos cuenta que solo una cosa muy valiosa nunca perderemos: nuestra identidad de hijos de Dios. Las pérdidas nos ubican en ese escenario donde sentimos que no tenemos de dónde agarrarnos. Por eso, estos momentos son maravillosas oportunidades para voltear a ver a Dios. Al abrir el corazón es solo cuando podemos recuperar esa identidad que creemos perdida y así encontrar de nuevo ese impulso del amor verdadero, el único que puede de fondo hacernos felices. No olvides que la experiencia del amor de Dios es lo que podrá regresarte esa identidad que creíste perdida, al reconocer que eres amado y por tanto recobrar con ello el impulso para volver a amar. Solo así podrás dejar huella y que otros le dejen en ti. La imborrable huella del amor.