Aquí nuestro compartir en el encuentro mariano 2022. Muy agradecidos con el Comité Organizador por habernos invitado a compartir nuestra experiencia de vida en este maravilloso evento Diocesano que nos muestra la dinámica viva de nuestra Iglesia.
Ese día no era un buen día. Pues por una parte, acababa de estar en el hospital con un evento que saturó mi organismo donde casi colapso y por otro lado, mi esposo una hora antes comenzó a sentirse muy mal estando allí.
Cuando tienes una enfermedad por casi 30 años, es normal que escuches cosas como “otra vez Merce en el hospital”, “ella siempre sale de lo que le pasa” o “será que les encanta llamar la atención”, “lo que hacen para tener likes”. Es normal que las redes de apoyo se cansen, que muchos vayan y otros vengan cuando existe “la novedad” de por medio. Los juicios que tanto dolor causan, siempre llegan.
Sin embargo; y a pesar de todo eso que pertenece al mundo, siempre hay una sola cosa que nunca cambiará: el amor que es el motor que nos mueve por dentro hacia Dios y entre nosotros, el Espíritu Santo guiándonos en medio de tanta debilidad y por ende, la gracia que resulta de esa confianza en sus planes en sacrificio amoroso.
Unos minutos antes de subir mi amado esposo Carlos, mi San José temblando del malestar, cojeando, sin casi voz y con mucho dolor de cabeza me dijo: “Amor, habla tu más, me siento muy mal”. Así subimos. Ese día, me tocaba ser la fuerte, pero no físicamente sino en la fuerza que solo la fe puede darnos.
Aquí les dejamos el resultado. En lo que no es realmente perfecto, en lo que no está sustentado en nuestra fortaleza, dones, talento es donde realmente se puede expresar mejor el amor y la gracia De Dios. Por eso el evangelio nos menciona que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, des cuando dará fruto.
