Testimonio de Valentina

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🇨🇴 Colombia

Soy Valentina, tengo 37 años, me casé a los 30 años con el hombre que pensé tener la mayoría de las cualidades que quería para quien fuera mi  esposo y el padre de mis hijos.

Desde el noviazgo pude ver cosas que no me gustaban pero no les di la importancia que tenían ya que en mi afán de cumplir con un cronograma de casarme a los 30 años, tener mi primer hijo a los 32 años y mi segundo hijo a los 34 años, tome la decisión de casarme con la persona equivocada.  

Los problemas de mi matrimonio no dieron espera y desde la luna de miel las cosas no fueron como lo esperaba. Busqué ayuda de sacerdotes, psicólogas, terapeutas, etc.… pero las cosas no tomaban el rumbo correcto.

Todo era un problema. Si llovía, si hacia sol, si hacia frío y todos los problemas eran mi culpa. Tenía a mi lado una persona pesimista, arrogante, manipuladora (sin darme cuenta), una persona que odiaba estar casada y que yo no entendía porque se había casado entonces; pero peor aún no entendía porque no hacía nada para cambiar la situación.

Yo era la que buscaba hablar, tener detalles, innovar, hacia mi mejor esfuerzo como esposa y como mamá pero nada era suficiente, siempre salían las cosas malas, lo que faltaba, siempre buscaba algo para criticarme y hacerme sentir culpable.

Cuando quedé embarazada de mi segundo hijo, empecé a sentir que cada vez nos alejábamos más con mi esposo, que nuestra relación se limitaba hablar de los niños y de las cuentas por pagar, y yo con un dolor profundo no quería preocupar a nadie y estaba sola (bueno con mi bebe en la barriga y con mi hijo mayor quien apenas tenía un año, quienes seguramente sentían todo el dolor, la angustia y el sufrimiento que yo sentía).

Estaba en un túnel sin salida, ninguna opción me funcionada ser tierna y amorosa, ser indiferente y fuerte, hablar de frente ni hacerme la loca, tuve un embarazo donde me sentí muy sola y triste, no quería que mi bebe llegara un hogar donde sus padres escasamente se saludaban.

Después de 5 meses de mi segundo parto en octubre de 2018, destrozada porque no entendía que era lo que pasaba, si teníamos todo para ser felices y disfrutar del hogar que siempre habíamos soñado, Dios puso en mi camino  un angel para que me acompañó y me ayudó a entender mi situación: Mercedes Vallenilla.

Inicié las citas con ella y encontré con quien desahogarme, con quien tener un plan, una estrategia para salvar mi matrimonio porque eso era lo que más anhelaba mi corazón.  Sin embargo, en enero de 2019 me di cuenta que mi esposo tenía una amante, a pesar de la mala relación que teníamos el dolor del engaño y de la mentira fue inmenso. Sin embargo, siempre sentí que de no haber empezado mi proceso con Mercedes mi historia hubiera sido otra.

Fue así como me encontré sin esposo con un bebé de 7 meses y un bebé de año y medio, por quienes debía seguir adelante y seguir luchando sin desfallecer, escondiendo mi situación de mi familia y amigos, como si yo hubiera sido la que hubiera actuado incorrectamente.

Esto fue como resultado de la violencia psicológica y emocional de la que fui víctima por muchos años que hizo sentirme siempre culpable de todo. Mercedes me ayudó a entender que me había casado con un narcisista que usaba a la gente hasta que ya no le sirve, que humilla, que manipula, me ayudó a entender que todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad en una relación de pareja, pero que no debía sentirme mal porque siempre fui honesta, transparente y nunca falte a mi moral ni a mis valores cristianos.

Fue un proceso de gran aprendizaje personal y familiar, mis hijos nunca vieron a una mamá que se quedara llorando un día ni siquiera una mañana en la cama, que no comiera (porque además estaba lactando a mi hijo menor), claro tuve momentos tristes, lloré pero Dios, la Virgen, mi familia y Mercedes me  ayudaron a afrontar la situación con madurez y con altura.

Entendí que cuando uno se rodea de las personas adecuadas para enfrentar un problema es mejor que afrontarlo solo. Siempre voy a estar agradecida con Dios por haber puesto este ángel en mi camino en el momento que más lo necesitaba.

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