Soy Jimena. Muchos años luché con mis sueños de dar lo mejor de mí, como lo hacemos muchos. También me encontré como muchos con obstáculos, con resistencias propias no queridas por mí, contrarias a mis ideales de dar lo mejor, actitudes que frenaban mis deseos de ayudar a otros, miedos, inseguridades escondidas para mí misma.
Aparentemente no había motivos, historia, traumas, recuerdos ni razones que pudieran afectarme. Sin embargo, simplemente, dentro de mí, no era libre. Tenía muchas restricciones conmigo misma, descubría mecanismos de defensa y reacciones incomprensibles a mí misma…
Sin duda, Dios me había ido ayudando, a través de encuentros con Él, lecturas y gracias en distintos momentos… Pero algo más humano faltaba. Hasta que un día ya a mis 54 años, teniendo cerca a Mercedes, me atreví a contarle esta experiencia y preguntarle si podía ayudarme. Enseguida empezamos.
Me ayudó especialmente a clarificar experiencias que -sin ser graves en sí- la manera de vivirlas y haberlas interpretado, habían ido formando creencias y posturas.
Fue importante también el incorporar otros elementos en maneras de procesar, de abordar situaciones y personas diferentes, interpretar, de ordenar mis propias actividades, trabajo y aprender incluso a descansar. Lo que empecé en México lo continué a distancia en Chile.
Ahora a mis 63 años, veo que es un regalo que Dios me dio para mi proceso de ser yo, liberarme, y poder dar lo mejor de mí, sin temor a que salga lo malo, y sabiendo que eso no es malo si aprovechamos a convertirlo en reconocimiento humilde de quienes somos, de nuestros límites, de nuestra necesidad, y en lo que me permite de acercamiento humano a los de los otros, y con realismo, sin fantasías y con libertad poder aprovechar la vida al máximo y dar lo mejor que puedo dar.
Agradezco infinitamente a Mercedes su ayuda para poder ver, clarificar, ordenar e impulsar. Animo a los que busquen algo así a atreverse.