Testimonio de Eduardo

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🇲🇽 México

Estuve años en un noviazgo que tuvo altas y bajas muy marcadas, poco a poco me di cuenta cómo cada vez me hacían una persona más insegura y codependiente. Durante el noviazgo, descuidé amigos, familia y sobre todo mi salud mental. Este camino lo había tomado por decisión propia, pensando ciegamente que ese era el modo de entrega más pleno hacia mi ex novia. 

Esto resaltó muchas inestabilidades. Sin darme cuenta, mi vida estaba basada en un “perfeccionismo” constante en diferentes pilares de mi vida (familiar, social, académico, económico y amoroso). Experimentaba mucha ansiedad, nervios, y presión todos los días, pero yo siempre pensaba que este era el modo de vida “normal” y que todas las personas pasaban así cada día de su vida. 

Cuando terminé mi relación, fui descubriendo muchas cosas que antes no veía. No sentía que encajaba en ningún lado: ni con mi familia, ni con mis amigos de toda la vida. Me sentía demasiado infeliz con el trabajo que tenía aquel momento, sufría levantarme de la cama todas las mañanas, tenía cambios drásticos de humor todos los días, y no quería salir de mi cuarto ni hablar con nadie. Sinceramente, al verme en el espejo no reconocía a quien estaba viendo. Todas las noches le pedía a Dios que por favor me ayude a sentirme mejor y poder vivir mi vida de la manera más plena.

No me sentía cómodo de hablar de esto con mi familia porque no quería que sepan que no me sentía bien mentalmente. Tampoco quería hablarlo con ninguno de mis amigos, no porque no me quisieran escuchar, sino porque no sabía expresar ni explicar lo que sentía todos los días. Sabía que tenía algo, pero no tenía idea de qué.

Nunca había acudido a la ayuda psicológica porque pensaba que era algo reservado para problemas extremadamente graves, cosa que hoy sé con certeza que no es verdad. Hubo un día en el que de verdad sentía que estaba en un hoyo, el cual sentía que era cada vez más profundo y no buscaba la forma de salir, entonces fue que decidí consultar con un primo el cual sabía que había o estaba teniendo ayuda psicológica para que -por favor- me oriente con el tema.

Al hablar con él, sin pensarlo me dijo que recibir la ayuda psicológica de Merce iba a cambiarme la vida. No lo pensé ni un segundo, confiaba ciegamente en lo que me recomendó. Al mes tuve mi primera cita, en la cual recuerdo que a los 20 minutos sentía que Merce me estaba quitando un enorme peso de encima; y por fin, pude entender porque tenía esos sentimientos y pensamientos distorsionados. Sentí que me sacaban de poco a poco del hoyo donde sentía que estaba.

Merce fue poco a poco describiendo y destacando rasgos míos (que ni siquiera le había contado), yo no podía creer que para ella mi problema era tan notorio. Con el paso de las citas cada vez entendía más lo que sentía y por qué lo sentía, y el cómo gestionar mi sentir cuando me llegaban pensamientos distorsionados.

Poco a poco experimentaba mayor tranquilidad y felicidad. Me daba cuenta de lo afortunado que soy y de todas las personas buenas que tengo en mi vida. Mientras pensaba que mi proceso iba a durar años, Merce me dio de alta antes de cumplir mi primer año.

Ahora que mi proceso terminó oficialmente, puedo decir con toda la certeza que me siento más feliz que nunca, los momentos buenos los valoro al máximo y los malos puedo gestionarlos de la mejor manera. Sin duda alguna haber conocido a Merce me cambio la vida, y eso es algo de lo cual siempre estaré agradecido.

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