Los narcisistas están en todos lados. Personas que se creen superiores que otros y que pasan por encima de otros constantemente devaluando a aquellos con los que les toca interrelacionarse diariamente.
Un narcisista tiene características que son comunes. Necesita devaluar a otros tachándolos de cualquier cosa y posando culpas. Quieren ser siempre el centro de atención esperando que todos presten atención sobre sus asuntos.
Maximiza exageradamente lo que le pasa y minimiza lo que a los otros les pasa. Necesita ser admirado y se comporta de forma prepotente imponiendo a otros sus formas de pensar y de actuar. Exigen “trato especial” como si fueran artistas de cine.
Exageran sus logros y talentos, presentándose como especiales. Creen que lo que hacen es único y que nadie más puede hacerlo. Esperan por tanto ser reconocidos como superiores y viven con ilusiones de éxito, poder y de brillantez creyendo que nadie los supera.
Los narcisistas exigen privilegios y usan a otros sin importar lo que sienten los demás por ello, carecen de empatía. Cuando a alguien le va bien o tiene algún logro, sienten envidia. El narcisismo hiere profundamente a quien rodea, pero sobre todo hiere también la esencial del propio ser impidiendo amar como Dios quiere que amemos.