Toda mi vida he tenido una sed de justicia muy fuerte, me gusta ver que las cosas salgan como tienen que salir y que cada quien reciba lo que merece. Me gusta luchar por lo que quiero y reclamar con argumentos razonables y respeto lo que no me parece.

Soy sensible y apasionada. Me considero empática al dolor, porque me ha tocado vivir cosas que no son usuales en la infancia de cualquier niña, como la enfermedad de mi mamá. Me encanta el arte y la música. Me considero sencilla y me gusta convivir con la gente. Me encanta tomar fotos y videos de lo que me parece bello. Me encanta fijarme para encontrar la belleza en cosas que a muchas personas no lo consideran, por eso me fascina capturar escenas. Quiero formar una familia grande.

Me quiero convertir en una persona fuerte y valiente, con convicciones y principios. Defendiendo la vida humana y siendo leal a lo que piensa, coherente.

Cuando era chiquita siempre quise ser veterinaria pues aprecio mucho la vida. Con cualquier ser vivo sentía la necesidad de conocer y cuidar, me encantaban los animales y la naturaleza. Luego a medida que fui creciendo quise ser doctora, precisamente porque aprecio la vida y ayudar a las personas y como casi todos los años me voy de misiones pues mucho más.

Mientras avanzaba en la escuela y tomaba más materias me fui dando cuenta que las ciencias no se me daban y que las humanidades si, entonces viendo lo que quería hacer de mi vida, vi que como abogada podía defender a los inocentes y a toda forma de vida que fuera tratada injustamente. De esta forma, pensé en saciar mi sed de justicia, porque como una persona normal no puedes cambiar al mundo como una justiciera, pues no eres nadie para juzgar ni tienes el derecho de corregir pero en un tribunal trabajando como abogada si lo puedo hacer.

Después me fui a la ONU a trabajar como delegada temporal a una comisión de la mujer que es como un tiempo que se le da a las mujeres para hablar de temas controversiales hoy en día y me di cuenta que eso era lo mío porque estaba hablando y defendiendo mi punto de vista frente a miles de personas, siendo valiente y hablando por millones de personas que no tienen voz en este organismo para defender sus valores.

Un día que estaba caminando por los pasillos vi unas fotos tomadas por fotógrafos profesionales en diferentes partes de África. Eran fotos con intenciones altruistas, para concientizar a la gente y a mí que encanta la fotografía, me pareció algo increíble, me quedé pensando y viendo las fotos que tenían una breve descripción de que estaba pasando en el momento y la necesidad de esa comunidad. En ese momento fue como si un foco se prendiera en mi cabeza, nunca pensé que con la fotografía y habilidades para escribir pudiera hacer algo así, yo lo pensaba más como un hobbie.

Pero ese viaje a la ONU me abrió los ojos, pues yo me sentía envenenada en el ambiente tan duro en el que estaba intentando luchar por las personas y mis valores.Y ahí entré en un gran dilema: ¿Ayudar a la gente e irme envenenando? O ¿hacer lo que quiera pero no ayudar a nadie?

Tengo una relación muy especial con Dios. Me propuse siempre trabajar con Él, pues es mi amigo y hacemos un buen equipo. Quien mejor que Él para ayudar a las personas.

Una experiencia que confirmó esta convicción en mi, fue cuando fui a Filipinas de misionera. Los lunes íbamos a ayudar a un orfanato que llevaban las Madres de la Caridad, estaba en una montaña y tardábamos en llegar como una hora hasta la cima donde estaba el orfanato. Lo que yo sentí ayudando ahí no creo haberlo sentido en otro momento de mi vida cargando a esos bebés huérfanos que lloraban al dejarlos en su cuna por falta de afecto. Esto de verdad tocó mi corazón.

Me sentí valiente por haber ido ahí. Son las enseñanzas más fuertes que he recibido. Pensando entonces lo de la ONU y mi experiencia llegué a la conclusión de que si yo no estoy bien como persona, no puedo ayudar a nadie.

Todavía no sé qué voy a estudiar. Quizás siga meditando en el tema. Pero lo que si sé es que lo que escoja será en lo que más pueda hacer el bien y todo esto que me motiva a diario y que me ayude a crecer para ser la persona en la que me quiero convertir.

Creo que los jóvenes de hoy sin importar la edad que tengamos, debemos de optar para trascender. Es la única manera como veo que podremos colaborar para tener un mundo mejor en el mañana y no optar únicamente para obtener un bien para nosotros. Eso es lo que espero de los jóvenes de hoy, que puedan optar para trascender y con ello, impactar positivamente la vida de otros.

Andrea Gutiérrez / 17 años

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Dra. Mercedes Vallenilla

Psicóloga católica con especialidad en psicología social. Maestra en Matrimonio y Familia. Doctora en Educación, con estudios de postdoctorado en Psicología. Autora de cuatro libros sobre psicoespiritualidad. Pionera en Psicología Virtual con 30*+ años de experiencia.

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