Ayer fue un día especial donde en la liturgia se celebra el día del Buen Pastor. El pastor bueno, el pastor modelo y un muy buen pastor que vino a dar la vida por nosotros sus ovejas.

En este blog he hablado anteriormente en varios ocasiones del valor que tiene en los procesos de acompañamiento psicoespiritual que dirijo  No soy de las 99

A nivel personal, es el sustento espiritual en la cual se ha centrado todo lo que hago desde hace muchos años. El amor que Él me ha expresado en cada momento difícil de mi enfermedad y que he deseado retornar a otros por medio de esta vocación al amor que ejerzo por medio de mi profesión como psicóloga. El Buen Pastor tiene una enorme carga espiritual y un gran significado de cara a la sanación psicológica y espiritual. Por ello, es el sustento del Modelo de Acompañamiento que ejerzo desde hace algunos años.

Pero hoy, quisiera compartir algo que me acordé ayer y que alguna vez un paciente me comentó cuando tuvo el privilegio de hablar con un verdadero pastor en Europa hace algunos años. Mi paciente le preguntó al pastor “moderno” si realmente las ovejas se quedaban juntas en el rebaño y que si era cierto que alguna oveja se separaba del rebaño. Esta pregunta venía mucho a colación pues habíamos estado hablando de lo que era sentirte “oveja negra” y de todo el sentido espiritual que tenía el discurso de Jesús con respecto a dejar a las 99 e ir por la oveja perdida, en señal del valor en el rescate de una sola alma y como eso valía todo la pena. Del amor personal que Jesús nos tenía y que cuando una persona descubría este amor personal, esa misma experiencia de amor sanaba todo el interior hasta el punto de regresarle su identidad de hijo amado.

La sorpresa para mi paciente fue, cuando el pastor le dijo que por supuesto que siempre había una oveja que se separaba del rebaño comportándose de forma extraña y hasta “rebelde”; y que por eso existían los perros ovejeros que las ayudaban a regresar al mismo. Pero que eso no era lo interesante, sino que, si la oveja se iba una vez, no pasaba gran cosa. Pero que cuando la oveja se iba la segunda vez, las cosas se ponían complicadas porque de seguro esa oveja se iría la tercera vez. Y que cuando eso sucedía, el remedio era muy cruel pero muy necesario, pues si él quería ser un “buen pastor” y cuidar de su oveja para prevenirla de peligros y de que se perdiera, debía fracturarle la pata a la oveja que se había escapado tres veces para que aprendiera la lección.

Le explicó que esa oveja con las patas fracturadas a partir de allí se queda al cuidado especial de pastor, el cual tenía que convivir con ella para ayudarla a sanar y por ello, debía cuidarla con esmero, pasando poco a poco por un proceso de recuperación donde la oveja va reincorporándose de nuevo a la vida y a su condición de oveja. Pero que, lo más interesante y el porqué lo hacen, es porque esa oveja nunca más se separará del rebaño sino al contrario, generará una relación tan especial y cercana con su pastor a tal grado que nunca más buscará separarse -no solo del rebaño- sino de la misma figura del pastor. Esto hace que al final, esa oveja no quiera nunca más escapar sino permanecer siempre al lado de su pastor que la llevará por pastos seguros y que nunca correrá ningún riesgo porque aprendió a vivir en unidad con su ser oveja y con su rebaño.

Saber esto para mi fue todo un hallazgo el cual inmediatamente relacione con la vida misma, las crisis en la vida de una persona y el significado que tienen en un proceso de acompañamiento psicoespiritual. Pues cómo de igual forma he escrito en este blog, las crisis en la vida de un cristiano y de cualquier persona, tienen esa similitud metafórica de “fracturarnos la pata” y quedarnos incapacitados porque nuestros recursos interiores fallan para afrontar situaciones nuevas de dolor las cuales nunca habíamos vivido y no sabemos como actuar  Las crisis

Y muchas veces, así nos comportamos como esta oveja que se sale del rebaño rompiendo su unidad, porque el mismo padecimiento o herida emocional rompe y desintegra a medida que pasa el tiempo, haciendo que la persona actúe y se comporte como no quisiera. Y va dando síntomas a medida que va pasando la vida, expresando con su comportamiento disfuncional que algo está sucediendo o simplemente por cómo se siente interiormente se aísla y separa de los demás, rompiendo no solo la unidad con el rebaño, que puede ser representada por la misma familia, sino también la unidad interior separándose de Dios.

Pero la parte que parece ser más cruel es donde el Pastor le fractura la pata a la oveja porque sabe que es lo que necesita para sanar y para nunca más separarse de su lado. Esto es muy simbólico con las crisis en la vida de una persona, donde la fractura de pata de la oveja puede ser para una persona el tocar fondo con una situación que se ha venido arrastrando con el tiempo, que no se atendió a tiempo porque quizás no fue consciente de ella o porque se estuvo evadiendo a través de los años, pero que un día al no integrarse rompe interiormente a la persona y a su familia, y es allí donde ocurre algo que sucede de forma incluso insignificante que detona todo y la persona colapsa en su interior.

Y este hermoso significado espiritual puede trasladarse a ese momento. Dios permite estas crisis (fracturar la pata de la oveja) pero para poder detenernos en el camino y con ello, poder hacer esa pausa para conectar con nuestro interior y poder confrontar aquello que se había estado evadiendo, aquello que no se había hecho consciente, aquella herida que se estuvo reprimiendo por años y que Dios en su infinito amor estimó que era hora de sanar.

El pastor que cuida de la oveja y que permite que “toquemos fondo” es el mismo Buen Pastor, que viene a nuestro auxilio para sanarnos con su amor. Porque por amor, quiere que sanemos, para que podamos crecer como personas y tener una vida plena, para que caminemos de la mano de su amor por esta vida consolándonos y sintiéndonos amados por Él.

Ese período de descanso de la oveja de su pata fracturada es lo mismo que ocurre en un proceso de acompañamiento psicoespiritual como los que he guiado por tantos años. Es una pausa para reencontrarse a si mismo y poder verse desde el interior del corazón para poder encontrar eso que sucedió que no fue consciente, aquello que dolió, que hirió y que en realidad es lo que hace que la persona busque desesperadamente una salida, separándose del rebaño; como puede ser el alcohol, las drogas, el sexo indiscriminado, los mecanismos de auto compensaciones afectivas que llevan a tantos males, entre otras cosas. Un período para encontrarse con Dios, consigo mismo y con los demás, restableciendo esa unidad del ser entre mente y alma que estaba perdida y a su vez con la familia (el rebaño).

Pero para que al igual que la oveja se pueda sanar, se necesita tocar fondo o “romperse la pata”, ese algo que detenga el camino desenfrenado en que la disfuncionalidad sume a la persona para poder hacer esa pausa necesaria y encontrarse con Dios en un proceso de sanación.

Por ello, el salmo del Buen Pastor es el salmo de la confianza. Porque para encontrar al amor, se requiere un encuentro de dos: una salida y una respuesta de uno al otro, para que al final haya ese encuentro de una oveja que sale y un pastor que busca. Pero sin una decisión de salir al encuentro, no puede surgir este verdadero amor del Pastor.

Para experimentar el verdadero amor necesitamos confiar. Y al confiar nos arriesgamos. No se puede experimentar el amor sino confiamos y sino nos arriesgamos. Sin riesgo, no hay amor. Y en esta pausa para confiar, se devela algo que estaba oculto. Significa que eso que estaba lejos, no conocido, extraño, inconsciente para mi se me acerca y se hace consciente, cercano, familiar. Al pasar de lo desconocido a lo conocido, se acerca a mi y al estar cercano a mi ya lo puedo hacer mío e integrar. Por lo tanto, lo puedo amar.

Él quiere que sepamos quién es y quiere que sepamos quiénes somos. Él no vino a decirnos qué hacer porque si nos comprendemos desde Él sabremos que hacer, pues solo Él puede retornar nuestra propia identidad en el ser, en esa unidad integral de mente y alma, así como el Pastor con amor cuida de la oveja a la cual le ha fracturado la pata.

Para poder ser sanado por el Buen Pastor, necesitamos rompernos la pata. Necesitamos hacer una pausa y pedir ayuda para emprender un camino de sanación interior donde también aprendamos a confiar en esos instrumentos que Él mismo nos pone en el camino para acompañarnos de su mano. Necesitamos confiar en otro, en ese otro que nos representa al Buen Pastor y que está allí para acompañarnos en el camino.

Esa ha sido la promesa del Buen Pastor. Sabiendo que durante ese proceso se experimentará su amor y su cuidado conducirá a regresar a la unidad perdida y a regresar a Él, a su rebaño, para nunca más partir y alejarnos de su amor. Por eso, el Salmo de la confianza es el Salmo del Buen Pastor y requiere confiar en Él a su vez para poder sanar.

  • “El Señor es mi pastor”, expresa que se debe establecer una relación personal con Él.
  • “Nada me faltará” expresa que Él se encargará de todas nuestras necesidades.
  • “En verdes pastos me hace descansar”, expresa que a su lado, -como la oveja con la pata fracturada- podremos descansar quizás de tanta zozobra, angustia, preocupación, sentimientos encontrados que la misma situación de desintegración causó en el interior.
  • “Junto a aguas de reposo me conduce” significa que Él calmara nuestra sed de amor, de respuestas, de dudas, de consuelo, de aquello que no comprendemos.
  • “Él restaura mi alma”, significa que es Él con su amor y su gracia quien sanará todo en el interior.
  • “Me guía por senderos de justicia”, significa que nos guiará por el camino correcto aunque sintamos que estamos perdidos o que todo está perdido, dándole sentido a la propia vida y a la existencia.
  • “Por amor a su nombre”, es solo su amor lo que le da sentido a todo.
  • “Aunque pase por el valle de sombra de muerte”, significa que para llegar a Él necesitamos pasar por la cruz, por ese Vía Crucis donde nos sintamos perdidos, adoloridos por esos sentimientos negativos profundos donde pensemos que nada podrá cambiar nuestra situación de dolor interior.
  • “No temeré mal alguno”, significa que debemos tener fe y que esa fe operante nos ayudará a no sentir miedo porque estando a su lado, al lado del Pastor, invitándolo a estar con nosotros en nuestra crisis y nuestro dolor, no debemos de sentir miedo.
  • “Porque tú estás conmigo”, significa la fidelidad en el amor de Dios a nosotros, que a pesar de sentirnos solos y abandonados en la situación de dolor sabemos que Él está con nosotros en el camino.
  • “Tu vara y tu cayado me infunden aliento”, significa la esperanza cristiana que nos sostiene como un bastón en medio de la crisis interior donde podemos sentir lo peor, pero esperar lo mejor que es la resurrección.
  • “Tú preparas mesa delante de mi”, significa que existe una previsión y que todo aunque duela, tiene un significado en el plan amoroso de Dios a nuestra vida.
  • “En presencia de mis enemigos”, significa que Él nos protege del mal, no solo del mal que representa el pecado, del mal que pueden causar las heridas que se traen interiormente o que otros nos causan, sino de protegernos del mal que el mismo rey de la mentira puede hacernos creer o caer.
  • “Has ungido mi cabeza con aceite”, significa que estamos por el bautizo consagrados a Dios por medio de la acción del Espíritu Santo a nuestra alma como sello indeleble de que somos hijos de Dios.
  • “Mi copa está rebosando”, significa que se nos donará su amor en abundancia a nuestra alma.
  • “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida” significa que su amor siempre será fiel y que Él nos bendecirá si decidimos caminar junto a Él todos los días de nuestras vidas.
  • “Y en la casa del Señor habitaré”, es la promesa hecha a nosotros de estar siempre con nosotros consolándonos y animándonos, no solo en nuestras almas sino en la Eucaristía.
  • “Por largos días”, nos habla de todos los días de nuestra vida aquí en la tierra hasta la eternidad cuando pasemos de esta vida al cielo a estar en su presencia.

“El Señor es mi pastor, nada me faltará”es el salmo que siempre me ha acompañado en los momentos más duros de mi existencia, cuando no he podido exhalar solo recitarlo en mi corazón. Es la oración que siempre deberá -desde mi punto de vista- acompañar a una oveja (paciente) y a un pastor (psicólogo/sacerdote/consejero) en un proceso de sanación psicoespiritual; pero también a cualquier cristiano que como una oveja desee caminar hacia los pastos seguros en el camino de la vida hacia la eternidad.

«El Señor es mi pastor; nada me falta: en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma; me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre, aunque vaya por un valle tenebroso, no tengo miedo a nada, porque tu estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen. Me preparas una mesa ante mis enemigos, perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar. Lealtad y dicha me acompañan todos los días de mi vida; habitaré en la casa del Señor por siempre jamás” Salmo 23

Picture of Dra. Mercedes Vallenilla

Dra. Mercedes Vallenilla

Psicóloga católica con especialidad en psicología social. Maestra en Matrimonio y Familia. Doctora en Educación, con estudios de postdoctorado en Psicología. Autora de cuatro libros sobre psicoespiritualidad. Pionera en Psicología Virtual con 30*+ años de experiencia.

2 respuestas

  1. M. Edith Lugo, soy religiosa y me ha gustado tu tema de la pata quebrada. Tengo mas de 50 años de misionera y me ha dado mucha luz tu articulo para mi vida personal y mi mision. Gracias mil.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.