Psicología Católica Integral - Mercedes Vallenilla
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Hace mucho tiempo que no había podido escribir porque me estaba preparando estos meses para un examen con el objetivo de poder dar un paso más allá en mi carrera profesional, y así estar más capacitada para ayudar a otros.  

Hoy regreso con mucha ilusión a nutrir esta página de recursos para ayudarlos a encontrar luz, consuelo y esperanza a toda persona que Él cruce en mi camino.

Éxodo

Esta semana en la misa escuchamos un pasaje del antiguo testamento que es uno de mis favoritos.

En aquellos días dijo el Señor a Moisés: Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo… Se han desviado del camino que yo les había señalado, y se han hecho un toro de metal, y se postran ante él, y le ofrecen sacrificios… Veo que es un pueblo de dura cerviz…, y mi ira se va a encender contra ellos… ¡Señor!, dijo Moisés, ¿se va a encender tu ira contra tu pueblo que sacaste de Egipto con gran poder..? ¿Tendrán que decir los egipcios que con mala intención los sacaste para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos‟…? Por favor, acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac…. Y el señor se arrepintió de su amenaza… (Lectura del libro del Éxodo 32,7-14)

Igual que a nosotros

Este pasaje me encanta porque veo todos los aspectos reflejados en él en la vida misma. Por una parte, el pueblo de Israel donde todos estamos representados, un pueblo que no solo Dios por amor liberó de la esclavitud sino que les hizo ver con sus propios ojos y vivir experiencias extraordinarias, lo que pudiéramos llamar hoy en día “milagros”. Cayeron las plagas en Egipto y a ellos, no les pasó nada. Se abrió el mar en dos para hacerles camino. Cayó el Maná del cielo.

Al pueblo de Israel la pasó lo que a nosotros también nos pasa. Cuando muchos viven situaciones límite, sufrimientos o cuando les llega algún problema, se asustan y acuden a Dios como último recurso desesperado para que se los solucione. En ese momento de dolor, quizás hasta hacen pactos y promesas a Dios: “dejaré de beber si….”, “haré esto si….”, “te prometo que si me consigues trabajo…”, “si sanas a mi hijo nunca más me separaré de ti”.

Respuesta de Dios

El Dios de amor responde con una acción providencial y algunos hasta llegan a ver milagros representados en esas cosas que “causalmente ocurren”, que los que sabemos porque lo hemos vivido lo llamamos pedagogía de Dios. Por eso decimos que fue “providencialmente”, porque atribuimos a la divina providencia la causa última final de este acontecimiento.

Cuando esto ocurre, sentimos alivio, un enorme agradecimiento y una felicidad tan grande que hasta poderosos interiormente nos experimentamos en el amor a Dios, vemos la vida diferente y queremos con toda esa nueva esperanza cambiarnos interiormente.

Regresamos a dónde estábamos

Pero…cuando la tempestad se calma la persona regresa a sus viejos hábitos, a la misma rutina porque ya pasó el peligro. Al hacerlo, sino tiene una conciencia constante y plena de esos propósitos, sino se ejercita con medios concretos para formar nuevos hábitos de vida y cambiar así los viejos hábitos plagados de vicios, sino se olvida “otra vez” de cultivar su relación con Dios todo regresa a ser igual.

Allí es donde llegamos a vernos igualitos que el pueblo de Israel. Adorando a sus dioses, a todos esos baales que representan los vicios que nos separan de Dios. Alcohol, drogas, sexo. Infidelidad. Corrupción. Abusos. Desobedeciendo lo que Dios les había revelado por medio de Moisés cómo profeta. Olvidando todo lo que Dios les había dado como signo visible de su presencia, de su poder, de su fidelidad. Igual a como nosotros hacemos hoy, con una especie de “amnesia voluntaria” porque olvidando nuestras promesas y su respuesta de amor, podemos de esa manera disculpar todo lo que esa humanidad caída desea hacer.

Intervención Humana

Moisés, un buen hombre que interviene como mensajero de Dios, pero ahora no de Dios al pueblo, sino cómo mensajero que aboga por ese pueblo ante Dios. Un pueblo perdido y extraviado del camino que Él les había marcado, pero al final su propio pueblo, los de su raza, con los que había vivido todas estas experiencias divinas.

La forma de abogar de Moisés me conmueve mucho. Moisés estaba ausente de donde estaba el pueblo porque se encontraba solo en la montaña orando y con ello, recibiendo el mensaje de Dios que estaría grabado en las Tablas de la Ley. Un mensaje que representaba la voluntad de Dios con esos parámetros de cómo de ahora en adelante debían regirse como el designio divino de amor.

Segunda respuesta de Dios

Pero Dios rompe en ira para hacerle este reclamo porque su pueblo se ha “pervertido” y son “duros de cabeza”; porque después de todo lo vivido y visto, siguieron regresando a la mala vida. Al Dios decirle a Moisés: “Tu pueblo”, está marcando una distancia. Es como cuando nuestros hijos se portan mal y la mamá le dice al papá al llegar del trabajo “tu hijo se porto muy mal” en señal de enojo. Por el contrario, cuando estamos orgullosos de ese comportamiento decimos “mi hijo” en señal de pertenencia, necesidad afectiva vital que necesita experimentar el ser humano tanto en ese momento como ahora.

Pero Dios estaba enojado y por eso le da la orden de bajar de la montaña y le dice que baje con “tu pueblo” en señal de no pertenencia. Pues, cuando se rompe la fidelidad en el amor eso es lo que se rompe: la pertenencia. Es decir, este acto de desamor nos separa y ya no sentimos que nos pertenecemos el uno al otro. Tú allá y yo acá. Distancia, porque esta distancia significa que me heriste, que ya no me amas, que no eres capaz de serme fiel.

Persuasión por amor

Pero Moisés aboga por “su pueblo” recordándole la promesa que Él, Yhavé les había hecho. Por eso le dice que se recuerde de todo lo vivido, que se recuerde de lo que sucedió y de cómo Él por amor los liberó. Moisés utiliza la experiencia de la fidelidad en el amor vivida para que Dios se retracté de su decisión de castigar al pueblo. Es exactamente cuando la mamá interviene con el papá para que le baje el castigo al hijo, sin ni siquiera saber si el hijo estaba arrepentido.

Esta es una hermosa clave del amor verdadero. Es la clave para hoy podernos acercar a pesar de habernos distanciado no solo de Dios sino de las relaciones humanas que requieren del perdón. Acordarse de lo vivido. Porque en ese recuerdo de lo vivido podemos acordarnos de la experiencia del amor que se queda en el interior aunque hayamos tenido amnesia voluntaria.

El lenguaje del amor

Acordarse de lo vivido y sentir nostalgia al hacerlo, es una hermosa manera de poder recuperar el camino perdido. Regresar a ser fieles en el amor. Reducir esa distancia que se creó como un abismo entre los dos. Es la nostalgia de la buena, porque al sentirla nos recuerda lo perdido y al recordarlo iniciamos el camino de retorno al punto del cual nunca debimos de habernos separado.

El amor de Moisés hizo que Dios, Yhavé se arrepintiera de su amenaza. El castigo de Dios no fue recibido por el pueblo. Ese pueblo que mas bien se enfrentó a la irá de Moisés cuando bajó porque se sintió profundamente traicionado.

Los sentimientos del Padre

En este Dios que vemos en este pasaje del Éxodo, vemos a un Dios que experimenta los mismos sentimientos que nosotros experimentamos. Un Dios que actúa como nosotros actuamos cuando nos enojamos, cuando nos sentimos traicionados en la confianza que se ha entregado.

Y no solo vemos los mismos sentimientos de Dios en nosotros, sino el mismo comportamiento de desear distanciarse de ellos llamándolos “tu pueblo no es mi pueblo”. Además, también lo vemos en esa necesidad de reprenderlos con un castigo y en ese “anda” a bajar de inmediato. Pero aún más importante, en el cambiar de parecer porque fue “persuadido” por Moisés y la capacidad de arrepentirse de la ira que quería desatar sobre ellos.

Nuestro Padre Dios quiso que nos diéramos cuenta cuán parecido nos hizo a su imagen y semejanza. Y no solo lo vemos en Él, sino en cómo actuó Moisés como intermediario, como actuó el pueblo Judío y más adelante, como sintió y actuó Cristo a quien finalmente envió a este mundo mucho más parecido a nosotros.

A su Imagen y Semejanza

Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Todo eso que vemos en Dios, su capacidad de sentir, su capacidad de comprender, su capacidad de cambiar de parecer, su capacidad de perdonar, su necesidad de desahogarse con un amigo, todo esto lo podemos nosotros también hacer, pero necesitamos de Él para poderlo lograr.

Estamos en la recta final para el inicio de la semana santa. Esta, es una excelente oportunidad para que des ese primer paso para reducir esa distancia entre Dios y tú. Entre tú y tu pareja. Entre aquel que te hayas distanciado y con el que veas posibilidad de recuperar esa cercanía perdida.

Yo abogo por ti

Hoy, como Moisés me postro ante Dios para abogar ante Él por ti en son de súplica, donde quiera que te encuentres. No me importa lo que estés viviendo y la distancia que se haya forjado en tu corazón con Dios, solo me importa que me creas que puedes cambiar de vida tomando hoy la decisión. Y si quieres, envíame tu nombre para cuando esté orando ante Él pueda abogar por ti.

Lo primero, es comenzar por el propio corazón a ceder, recordando que lo único que nos hará fuertes no es nuestro esfuerzo, sino el amor de MI Dios que es capaz de habitar en TU corazón para convertirse también en TU Dios y juntos seamos SU pueblo. Para que sigamos diciendo: Padre NUESTRO que estás en los cielos.

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Mercedes Vallenilla

Psicóloga católica con experiencia en Psicología Social y Maestría en Matrimonio y Familia. Doctora en educación de la Universidad Anáhuac, con estudios de postdoctorado. Autora de cuatro libros, pionera en Psicología Virtual con 30+ años de experiencia.

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Mercedes Vallenilla

Psicóloga católica con experiencia en Psicología Social y Maestría en Matrimonio y Familia. Doctora en educación de la Universidad Anáhuac, con estudios de postdoctorado. Autora de cuatro libros, pionera en Psicología Virtual con 30+ años de experiencia.

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