Psicología Católica Integral - Mercedes Vallenilla
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El 68% de mi consulta son millennials. El resto está conformado por un 10% de jóvenes adultos alrededor de 30 años y el 20% restante tienen más de 40 años. Además de eso, tengo dos hijos millennials con los que me encanta conversar y reflexionar sobre diversos temas de la vida misma.

A favor de los millennials

Por alguna razón que solo puedo atribuir a la voluntad de Dios, estos dos últimos años mi consulta esta llena de millennials a diferencia de otros años donde he atendido a personas de mi edad o incluso mayores a mi.  Me gusta mucho trabajar con los millennials, porque además el ser una Psicóloga Católica, los millennials que me buscan también lo son. Es hermoso conocer sus luchas, toda la bondad que llevan dentro y el palpar esos anhelos e ideales confrontados con las batallas que enfrentan a diario para vivirlos.

Me motiva mucho ayudarlos pues pienso que los retos que se les presentan no tienen el grado de dificultad que tenían los retos que se me presentaban a mi a esa edad. Pero lo que más me motiva es que al buscar ayuda a su temprana edad, la labor que hago es de atención de la problemática que presentan, pero a la vez de prevención de una inmensidad de problemas que al sanarlas están evitando que la misma los desintegren en un futuro. Pienso en todo lo que se están evitando y con ello me refiero a fracasos laborales, quiebres matrimoniales y que hereden disfuncionalidades en sus futuros hijos creando una cadena generacional de herencias que algunos llaman “malditas”. Al final, la repercusión no es solo para sus vidas, sino para la vida de su futura familia y de la sociedad entera.

Es por ello por lo que a través de estas líneas quisiera compartir algunas reflexiones que desde mi experiencia y desde algunas investigaciones que he leído puedo tener hoy acerca del tema. Pues no solo he conocido de primera mano la teoría que se ha derivado de los estudios de sus comportamientos, sino del conocimiento que me ha dado el entrar en sus mentes, sus almas y sus corazones cada día, para comprender sus luchas y en cierta manera, el por qué y el cómo se comportan.

¿Quiénes son los millennials?

El término millennial se deriva de la generación del milenio o Generación Y nacidos en el nuevo milennio. Hay diversas taxonomías que los clasifican en diferentes rangos de años de nacidos. Algunas taxonomías los ubican nacidos entre 1981 y 1999, teniendo una edad comprendida entre 16  y 36 años aproximadamente. Otras taxonomías los consideran un poco más amplio o reducido pues solo lo toman hasta los nacidos hasta 1993 y otros hasta 1996 estando el margen de edad oscilando entre los 22 y 37 años de edad en el 2018.

La generación que los precedemos somos la “Generación X” nacidos entre 1969-1980 que actualmente tenemos entre los 49 y los 53 años de edad. A su vez la generación que nos precede son los “Baby Boomers” nacidos entre 1949 a 1964 aproximadamente,  que tiene hoy entre 50 años y 72 años.

“Es un millennial…”

Como psicóloga en primera instancia social, puedo interpretar que el termino millennials puede estar siendo utilizado socialmente con una connotación negativa por personas que pertenecen a mi generación X. Parece que al decir la palabra “es un millennial” ya va implícito que el uso de esa palabra se hace para descalificar de antemano al joven asignándole una connotación negativa porque previamente se está interpretando su comportamiento así. Y no necesariamente porque ese comportamiento esté incluso moralmente incorrecto, sino porque simplemente no lo comprenden.

Es como si una sola palabra está siendo utilizada de forma sobre generalizada para enmarcar, categorizar y etiquetar el comportamiento del joven de forma negativa simplemente por ser millennial.  A eso lo llamo estereotipo.

¿Conoces sus características?

Estos jóvenes –como cualquier generación– tienen cosas muy valiosas que aportar y que enseñarnos. Al caer en un reduccionismo, perdemos la perspectiva. Y al hacerlo no solo perdemos el equilibrio o balance en nuestras apreciaciones, sino que creamos conflictos en vez de intentar comprender desde la cosmovisión de cada generación cómo interpretan el mundo, en qué creen, qué los mueve, cómo viven, qué persiguen y a dónde quieren llegar. Y esto no tiene que ver con la ética y la moral cristiana, sino con un modo de percibir al mundo y que viene precisamente de cómo ese mundo los ha impactado y a lo que han estado expuestos desde niños.

Amo a los millennials. Me encantan los millennials que he conocido y con los que me toca a diario trabajar. Enriquecen mucho mi vida, me hacen constantemente salir de mi zona de confort y al ver mi esfuerzo por comprenderlos ellos se vuelcan también a comprender desde mi experiencia de vida aquello que puede ayudarlos a crecer y a avanzar.

Como todas las generaciones, tienen aspectos positivos y aspectos negativos al igual que lo ha tenido mi generación y las anteriores. Negar esto para justificar nuestro desagrado hacia los millennials, sería sesgar la realidad objetiva histórica y caer en un subjetivismo sin medida.

Los tres ejes sociales

La cultura que ha impactado a esta generación y que es un ícono que la representa, es producto de uno de esos tres ejes que definen la estructura básica de la sociedad sumado a las leyes y a la moral o ética que se forma en la familia.

Estas tres estructuras interaccionan y se afectan mutuamente. La familia es la que alimenta la moral y la ética y cuando la familia deja de cumplir esa función de formar a sus miembros en esa moral, ellos no tienen las herramientas esenciales para reflexionar y así optar con verdad. Y cuando dejamos de hacer esto en casa, afecta la moral y por ende el comportamiento que ellos tienen impactando directamente a la misma sociedad.

La cultura representa a esa forma de interpretar al mundo e influye a las generaciones. La familia influye en cada miembro a vivir en base a su escala ética. Las leyes que deberían de acercar al ser con el deber ser, pero que al no vivir el hombre desde su ser moral y con ética, afecta a la misma sociedad, teniendo que las leyes salir al rescate poniendo un limite a ese deber ser, cuestionando, castigando y suprimiendo cuando ese actuar ha sido incorrecto.

El papel de la cultura

Pero en este sentido al hablar del comportamiento de los millennials, tenemos que referirnos al eje de la cultura. Y separando a la moral que proviene de la familia y solo refiriéndonos a la cultura que impacta sus vidas nos encontramos a las sociedades trasmitiendo tradiciones, sistema de creencias, aquello que está en el ambiente que nos dice cómo debemos de comportarnos y que define a una sociedad particular, sino que, en cada generación dentro de ellas, marca una tendencia en la forma como se ha heredado ese vivir.

De igual forma, dentro de las culturas además se encuentran el valor que es un marco de referencia que es importante para nosotros y que rige nuestra conducta. Mientras que la virtud es el esfuerzo que hacemos por vivir diariamente lo que creemos. Cuando esos actos están orientados al bien, pero son actos que se hacen propios los llamamos hábitos. Cuando el habito es bueno lo llamamos virtud y cuando el acto es malo lo llamamos vicio. Al final, la virtud es un habito bueno que se ha adquirido o perfeccionado con la practica.

Los millennials por tanto tienen muchos aspectos comunes como generación que también varían dependiendo de la cultura a la que pertenezcan. Los valores también se viven dentro de la cultura porque es la asignación que hacemos previamente de aquello que tiene un gran significado para nosotros.

Por lo tanto, un valor es un bien objetivo que se valora subjetivamente porque las reconocemos como buenas para nosotros o para ese grupo familiar o social al que pertenecemos. Los millennials son la primera generación global pues a diferencia de las anteriores no podíamos relacionarlos con jóvenes o personas de otros países de la manera como ellos lo hacen identificándose con los mismos valores sin importar de qué país o cultura sean.

Qué valoran los millennials

Los millennials valoran mucho la preparación, a diferencia de otras generaciones no solo hacen un posgrado a corta edad, sino que siguen estudiando cursos online, sino que les gusta aprender diferentes idiomas.

Al tener mejor preparación académica, los millennials promedio a su vez tienen alto poder adquisitivo derivado de su alto poder formativo. Pero son exigentes en la selección de las marcas que escogen por lo que invierten tiempo en ello y desean que eso que decidieron comprar lo puedan adquirir de inmediato.

Estudios recientes han demostrado que alrededor del 50% de los millennials, compran productos de marcas que están asociados a causas altruistas ya sean sociales, del medio ambiente o de justicia social. Por lo tanto, a los millennials les encanta todo lo que tenga que ver con la coherencia social en la expresión del amor, de la justicia y de la paz social. Han demostrado estar dispuestos a pagar más por un producto o servicio si apoya una causa en la que ellos creen.

Los millennials son la primera generación que prueba una nueva tecnología o servicio innovador que cualquier otra generación que se espera a que otros la prueben. Casi la mitad de ellos, son creadores de sus contenidos a través de fotos y videos muy originales que ellos mismos producen. Los millennials creen en la paternidad compartida con roles igualitarios para el hombre y la mujer.

Los millennials valoran marcas que sean útiles para mejorar su calidad de vida. Por lo tanto, una nueva tecnología para ser considerada “cool” necesita que sirva para un propósito. Por ello, el 80% compra marcas que los entretengan y el 70% siente una enorme responsabilidad de compartir a través de una retroalimentación de sus experiencias buenas o malas con la empresa que les brindó el servicio. Por eso, existen tantos portales que nos brindan servicios con las valoraciones, pues los son todo hoy en día para que podamos elegir con los criterios adecuados

Su característica más relevante

Los millennials están motivados y abiertos a vivir experiencias y aventuras mas que a tener cosas. Y aquí existe un punto de choque con la generación en la que yo nací. Pues, mi “Generación la X, estaba obsesionada con el éxito y la anterior de los “Baby Boomers” con la ambición. A su vez la Generación anterior “Silent Generation” (1930-1948) fueron los niños de la posguerra que estaban más enfocados en la austeridad justo por las precariedades que vivieron.

Por esta razón, mi generación se ha caracterizado más en vivir para trabajar y los millennials más bien quieren trabajan para vivir. No compran casas porque así pueden tener mas movilidad global y no se endeudan tampoco en ello porque no es su prioridad tener cosas sino vivir experiencias.

Mientras que para mi generación era de suma prioridad comprar una casa y mientras más grande más representaba el éxito. Ellos, prefieren vivir en edificios pues y así no afectan al ecosistema porque el crecimiento se da vertical no horizontal. No estén apegados a las casas como nosotros o incluso como nuestros padres porque no significa para ellos lo mismo que para nosotros que puede significar arraigo e identidad o el resultado exitoso de tantos años de esfuerzo trabajando.

No viven de apariencias

Para los millennials las casas u oficinas son significativas en cuanto a la utilidad que les brindan, por eso tampoco las oficinas como en mi generación tenía que ser grandes y bien decoradas, con secretarias, recepción, hilo musical y un gran conmutador porque significaba al igual que la casa éxito.

Para ellos, la oficina es un espacio de trabajo que solo necesita serles útil y por eso, el coworking es una solución porque no tienen que esclavizarse a cosas que nosotros si hacemos más por imagen o apariencia para poder trabajar y que al final no son tampoco útiles. Y a su vez, les permite migrar con facilidad a otra ciudad o país que les sirva para sus intereses personales si eso representará una buena experiencia. Aquí entra también la forma como visten al trabajar, pues prefieren ropa casual cómoda que vestir elegantes como mi generación para brindar una apariencia en la imagen de éxito profesional.

Los millennials se dan la oportunidad y libertad de explorar. Por esta necesidad de explorar el mundo es que pueden ser muy cambiantes de trabajos, pues están más interesados en trabajar un año para reunir dinero para irse a tener la experiencia en el país que siempre desearon conocer y que previamente vieron en internet en fotos, videos de YouTube y de Google Maps por satélite, pero además tienen ya amigos virtuales que conocieron jugando Xbox que estar pensando con una visión muy a largo plazo a futuro. Y esto es de lo más criticado por nuestra generación pues es interpretado como flojera, inconstancia y falta de visión de lo que se quiere en la vida cuando realmente creo que ellos van a conseguir algo de la vida solo que de otra forma a la que nosotros la hemos conseguido.

La tecnología son uno mismo

Ellos han crecido con el cambio de siglo y con la evolución tecnológica estando presente en su día a día, por lo que necesitan estar conectados de forma constante. Y si nos ponemos a pensar, mi generación y las anteriores teníamos solo como mucho dos opciones por las cuales no solo tomar decisiones de vida desde hacer un vuelo o comprar en una tienda o la carrera a estudiar. En cambio, al entrar a internet se abren a la globalización y han estado expuestos a infinidad de opciones para una simple toma de decisión como puede ser que carrera estudiar o porque vía viajar o dónde hospedarse.

Esto, a nivel psicológico puede fomentar el hemisferio creativo debido a la variedad de alternativas que se presentan. Desde mi perspectiva, es por ello que tienden a necesitar vivir experiencias variadas y allí radica el basamento de esa necesidad que no debe ser interpretada de forma generalizada como holgazanería. Y es que para nosotros, todo era más fácil pues solo teníamos que decidir entre A o B y eso nos hacía más sedentarios, poco inventores y menos inquietos que lo que hoy vemos en ellos como una necesidad cambiante etiquetada como exagerada.

Necesidad de ayudarlos al equilibrio

Si bien es cierto que esta necesidad de experiencias si puede darse en exceso, conduciéndolos a experimentar a su vez cosas que  los dañen profundamente cuando no hay una moral formada desde la familia y por lo tanto no se han ejercitado en sus facultades mayores para razonar con criterio en la búsqueda de la verdad. Allí radica la necesidad de estar presentes en sus vidas, no para estereotiparlos sino para comprendiéndolos estemos en capacidad de orientar y guiar.

La necesidad de experiencias sin equilibrio puede traerles como consecuencia que nunca se asienten y, por lo tanto, la necesidad afectiva de pertenencia esté más vinculada a la cultura de “ser millennial” que a los valores que da la misma familia y a la cual es afectivamente muy relevante sentir que se pertenece a una familia. Cuando son padres y no tienen este sentido de arraigo afecta la pertenencia afectiva de los hijos creando una herencia de desarraigo generacional.

Quizás por ello, los millennials tienen preferencia por animales-hijos, llamados “perrijos o gatijos” lo cual evidentemente es un exceso quizás del individualismo del que tanto son atacados. Pues todo en desequilibrio es dañino porque no permite al ser vivir desde sus bases afectivas que por naturaleza hemos sido creados sin importar a qué generación pertenezcamos.

Esta exposición a tantos estímulos cotidianos y globales puede tener la consecuencia nociva de desechar con facilidad cosas materiales y su necesidad de estar conectados los puede llevar a desarrollar una dependencia de la tecnología. Además de desarrollar un rasgo característico de su generación, que es el bajo umbral de tolerancia a la frustración, justamente debido a tanto estímulo cambiante que les permite ir dando saltos de un lado a otro cada vez que están frustrados.

Comprender para comunicarse mejor

Desde el punto de vista del Marketing Digital es fundamental comprender a las diferentes generaciones a los que debe de ir dirigida la estrategia de Marketing, para poder obtener los resultados esperados en las ventas. Los millennials se han convertido en la generación clave para saber cómo compran, cómo ven la vida, cuál es su actitud frente al trabajo o cuál es su poder adquisitivo.

Pero considero como psicóloga, madre y futura abuela que desea estar cercana a sus hijos, que no solo para el marketing es relevante conocer a esta generación desde dentro de sus propias mentes, corazones y necesidades vitales, sino que a nosotros mismos nos debe de interesar porque sino, estaremos desvinculados de nuestros futuros nietos abriendo un abismo generacional con un choque de trenes constante que impida justamente trasmitirles esos valores trascendentales, una moral bien formada y esa unidad familiar que proporciona el sentido de pertenencia y arraigo vital para la vida.

Creo que el ejercicio de comprender sus comportamientos para podernos comunicar mejor con ellos, más que juzgarlos y peor aun estereotiparlos, crea un abismo entre ambas generaciones creando islas y la gravedad de ello es que las islas desintegran la unidad familiar.

Por esta razón, prefiero no juzgar ni estereotipar a esta generación que en lo personal me ha aportado mucho en su manera de vivir y de disfrutar la vida. Creo que necesitamos tirar puentes, no construir muros para poderlos comprender, guiar y ayudar a encontrar el balance en la vida pero no partiendo que en ellos todo está mal y que en nosotros todo está bien. Ellos nos pueden aportar grandes cosas y nosotros les podemos aportar la experiencia y una base moral sólida de vida en familia.

La búsqueda histórica del ser

Como cualquier generación en cualquier momento histórico de la vida, nosotros podemos ayudarlos a plantearse las tres preguntas básicas que deben sustentar y regir al ser humano en su quehacer diario: ¿Dónde estoy? ¿cómo se dónde estoy? ¿qué debo de hacer?

Alude con ello, a que muchos de los problemas que presentan los seres humanos de hoy es que no se han cuestionado puntos esenciales para la vida misma y que por esta razón, viven desintegrados, con tristeza o viven haciendo lo que los demás hacen sin cuestionarlo o peor aún, viven expuestos a lo que la cultura demanda o impone adoptando un sistema de creencias personal que no les es propio porque no han llegado a él de forma racional por medio de un ejercicio interior que confronte al hombre con aquello en lo que cree y el por qué lo cree o al contrario por qué no cree lo que el mundo a través de su cultura impone.

Pero esto no es por ser millennial, sino simplemente porque se es persona. 

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Mercedes Vallenilla

Psicóloga católica con experiencia en Psicología Social y Maestría en Matrimonio y Familia. Doctora en educación de la Universidad Anáhuac, con estudios de postdoctorado. Autora de cuatro libros, pionera en Psicología Virtual con 30+ años de experiencia.

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Mercedes Vallenilla

Psicóloga católica con experiencia en Psicología Social y Maestría en Matrimonio y Familia. Doctora en educación de la Universidad Anáhuac, con estudios de postdoctorado. Autora de cuatro libros, pionera en Psicología Virtual con 30+ años de experiencia.

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