En la vida siempre nos encontraremos con encrucijadas donde no podemos hacer más que soltar y confiar. Hay que ocuparse por lo que sí está en nuestras manos cambiar y así dejaremos de estar preocupados por aquello que no estamos en capacidad de cambiar.
Haz todo como si solo dependiera de ti sabiendo que al final dependerá de Dios. Después de ello, suelta y confía. Verás como te llegará una lluvia de bendiciones. La condición necesaria para que Dios actúe es esa: soltar y confiar después de haber hecho todo lo que nos corresponde.