Cuando no existe una buena gestión emocional se cae en lo que llamamos sentimentalismo. La persona vive a expensas de sus sentimientos y estos adquieren una función para la cual no están destinados queriendo sustituir a la inteligencia y a la voluntad. Cuando esto se traslada a la vida espiritual bien sea por el sentimentalismo o porque se está pasando un momento de purificación interior, donde es normal no “sentir” el amor De Dios porque se retira del interior la experiencia sensible, la persona confunde esto asumiendo que “Dios me ha abandonado”.
Dios nunca abandona. En ningún momento, en ninguna circunstancia de vida. No porque no lo sintamos a nivel sensible o a nivel emocional significa que el se ha retirado. Lo único que significa es que no es tiempo de “sentir” el amor sino de crecer en la fe.
El velero no deja de ser velero porque no sople el viento. Dios no deja de amarnos porque no sintamos a nivel sensible su amor. En el Antiguo Testamento, Dios Padre nos hizo una promesa que en el Nuevo Testamento fue cumplida por medio de Jesús, el Buen Pastor. Significa que estará todos los días de nuestra vida por siempre jamás.