en mi cuerpo era tan grande que la cama clínica me dolía. Aunque eso pasó hace muchos años, al ver atrás sé que fue solo la gracia la que me ayudó a sostenerme esos largos días en medio de un dolor el cual me sentía incapaz de sobrellevar. No podía hablar del dolor, pero la oración siempre estuvo conmigo en ese profundo silencio donde me quedé a solas con Él.
Es por eso que hoy puedo decirte, no solo por lo que por profesión hago todos los días, sino aún con mayor razón por mi fe, que sí se puede superar una situación interior de este tipo. Quiero ser testigo para ti, que te encuentras allí en lo que llamo el “inframundo” para ayudarte a reconstruirte desde las cenizas y recobres la esperanza de un mejor mañana.
Solo que primero, necesitas comprender que no puede ser todo de una vez. Si no abandonas la lucha en eso pequeño que hoy sí puedes hacer, poco a poco tus recursos resilientes se irán prendiendo de nuevo y con ello emprender de nuevo el vuelo para que seas feliz en esta tierra y así un día emprender el vuelo final a la vida eterna.
