Hoy celebramos a San Juan de la Cruz, uno de mis santos favoritos de los primeros que estudie su espiritualidad.
Me recordé que fue un santo muy atacado porque junto a Teresa de Avila llevó a cabo la reforma del Carmelo. Fue apresado, se le invitó a retractarse de la reforma que estaba proponiendo y al negarse es declarado rebelde y encerrado en una celda oscura por ocho meses.
En esas circunstancias es cuando escribe una hermosa poesía de amor llamada “Cántico Espiritual”. De todo este encierro surge el mayor de sus símbolos el de la Noche Oscura del alma.
Muchos hemos experimentado esa flecha que otros te lanzan cuando intentas vivir en conferencia tu fe. Le disparan a mansalva. A todos nos duele lo que injustamente nos disparan personas que se les han endurecido sus corazones, hasta tornarse como de piedra. Y esta bien que nos duela.
Si estás en ese lugar, alégrate porque significa que algo bueno estas haciendo que representa un valor a los ojos eternos. Recuerda que en el ocaso de tu vida sentirás paz de haber hecho solo lo que te tocaba mientras te consolará saber que el juicio final solo el encargado de llevarlo a cabo es Dios, no los hombres.
Allí aplica lo que nos dijo San Juan de la Cruz: “Olvido de lo creado, memoria del Creador, atención al interior, estarse amando en el Amado”.
