Cuando la razón se queda sin amor o se le priva del amor por represión afectiva y a la vez el corazón se queda sin razones o se perciben distorsiones perceptivas, entonces ocurre un profundo desequilibrio en el ser, causando una explosión de síntomas de todos los colores y sabores posibles.
No podemos funcionar así. La razón necesita del motor del amor, porque sino a eso lo llamamos voluntarismo, no podemos funcionar solo por razones. El amor necesita dar el impulso como un motor que va detrás dándole aire al ventilador.
Pero, cuando el corazón se queda sin razones porque no se piensa de forma equilibrada o porque simplemente no se tiene el buen hábito de discernir y solo se dice: siento, siento y siento la persona también va a la deriva a merced de lo que siente.
Para un lado o para el otro, es igual de problemático. Al exceso de razón sin amor lo llamamos racionalismo. Lo contrario, se llama sentimentalismo. Causantes ambos de mucho dolor en la vida de quien lo padece dejando de ser inteligente emocionalmente.