No hay nada mejor cuando la estamos pasando mal que exista un miembro de la familia que nos saque una sonrisa con sus ocurrencias. Recuerdo en una de mis últimas cirugías que mis hijos me fueron a visitar, estaba toda adolorida y con muchos puntos encima. No me podía casi mover porque me podía desgarrar.
Le pedí a mi hijo que me trajera el cepillo de dientes a la cama y se equivoco poniéndole una crema de antibiótico como pasta de diente. Cuando me metí el cepillo a la boca casi me muero porque supo horrible. Nos entró un ataque de risa a todos cuando me mostró el tubito de la crema, casi no podía hablar del asco.
Me tuve que poner una almohada porque me reía tanto que casi se me van los puntos. La enfermera nos termino regañando a todos. Mi esposo e hijos se tuvieron que salir de la habitación de los ataques de risa. La enfermera furiosa los saco a todos de loa habitación porque parecía una fiesta. Cuando salieron yo me seguía intentando no reír pero no podía parar mientras me sermoneaba diciéndome que “eso no era tener conciencia” pues supuestamente el doctor le había encargado al “complicado caso” para que no se moviera.
Qué importante ha sido cuando se hemos estado pasando por momentos difíciles intentar recuperar la esperanza a través de las cosas sencillas de la vida. El sentido del humor en los peores momentos de nuestras vidas, nos ha ayudado a salir adelante, descentrarnos de nuestro dolor y evocar emociones positivas. Disfrácete de pino si es necesario, arranca una sonrisa a tu familia. Recupera la esperanza cristiana. Él está pronto a nacer.
