Hace unos meses me dio de alta Mercedes Vallenilla. Hoy puedo decir que prácticamente todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que he logrado y todo lo que sueño ha sido gracias a su ayuda, a su guía y a su acompañamiento en el enorme trabajo personal que he hecho.
Soy una joven mexicana. Inicié mi tratamiento con Mercedes cuando recién cumplía 24. Antes de conocerla y por diferentes circunstancias de mi vida personal y familiar me encontraba deprimida: no le encontraba sentido a nada; estaba sumergida en relaciones tóxicas y codependientes severas; no tenía libertad de acción ni de pensamiento; no sabía quién era ni lo que quería hacer realmente con mi vida; no tomaba mis propias decisiones y vivía en un constante estado de angustia, ansiedad, silencio y frustración.
Pero gracias a Dios llegué con Mercedes. Podría resumir cada una de las citas que tuve como una bendición y un regalo de Dios: la manera que tiene de ver más allá de lo que le cuentas con palabras, de conocer el corazón humano y de entender sus heridas hace que desde la primera cita sientas una esperanza firme y una paz profunda de que estás en las manos correctas.
En cada una de las citas encontré una escucha activa de su parte. Sus explicaciones, consejos y propuestas de trabajo siempre me hacían demasiado sentido y me permitían aplicar cambios reales en mi pensamiento cotidiano y en mis relaciones. Esto trajo mucho esfuerzo y dolor pero con paciencia y constancia empecé a tener un cambio radical positivo. Siempre me habló con franqueza, firmeza, con muchísimo amor y verdad.
Hoy soy otra persona. Bueno, en realidad soy la persona que siempre había sido pero que nunca me había permitido ser: una mujer alegre, risueña, elocuente, decidida, líder, trabajadora, comprometida y libre. Aprendí a poner límites, a valorarme, a tener un punto de vista y expresarlo con confianza. Entendí que Dios quiere nuestra felicidad y quiere que nos sepamos profundamente amados por Él. Hoy estoy enamorada de la vida, de la belleza y de Dios. Hoy sé con más claridad quién soy, qué necesito y qué anhelo.
También soy consciente de que la vida no deja de tener dificultades y que es un camino con subidas y bajadas, así que uno de los tesoros más grandes que me llevó de las terapias con Mercedes son las muchas herramientas personales que aprendí. Con ellas puedo enfrentar y superar esas dificultades tan normales de la vida. Creo además que hoy tomo mis decisiones con paz, buscando un equilibrio real en mis pensamientos y poniendo en el justo lugar los sentimientos y las emociones.
Me gusta imaginar que es como si hubiera vivido durante mis primeros 24 años encerrada en una jaula, sin poder salir, sin conocer el mundo exterior y sin siquiera atreverme a pensar que tenía la capacidad de volar. Mercedes me ayudó a abrir la jaula; me platicó poco a poco del mundo exterior; me ayudó a extender mis alas y finalmente, con paciencia y amor, me fue guiando para dar mis primeros pasos hacia el exterior y poder volar.
Lo he dicho desde hace mucho tiempo y probablemente lo diga toda mi vida: entrar a terapia con Mercedes ha sido la mejor decisión que he tomado y la mejor inversión de tiempo y dinero que he hecho. No lo cambiaría por nada y le agradezco a Dios por su vida y su trabajo.
Gracias Mercedes. Gracias por tu vocación de ayuda a los demás. Gracias por tu sí y por tu entrega. Gracias por escucharnos y ayudarnos a encontrar nuestra esencia. Eres un reflejo de la ternura del Padre y del amor del Espíritu Santo. Que Dios te bendiga siempre…