Mi nombre es Rafaela tengo 28 años y vengo de una familia católica comprometida somos 5 hermanos y yo soy la segunda.
La mayor parte de mi vida estuve entre psicólogos y terapias dándoles a mis papás diagnósticos de hiperactiva, déficit de atención, hiperactividad, dislexia, niña genio, introvertida, influenciable etc.. siempre justificado porque no era capaz de comportarme como una niña normal.
Por otra parte yo me sentía como una muñequita rota y en lo único que sentía que hacia bien era en la parte de la fe entonces empece a compensar todo con la fe y mis papás intentaban compensar por todas esas incapacidades que yo tenía consintiéndome, sobre protegiéndome, interviniendo en mi vida cada vez que sentían que tendría una caída al no tener un equilibrio y tener un retraso en mi madurez por distintos factores.
Lo que era mas evidente era el dañando que este retraso ocasionaba en mi relación con mi novio, lo que yo no sabia era que eso era solo la punta del iceberg.
Era incapaz de disfrutar las cosas y queriendo siempre vivir otra cosa a lo que estaba viviendo o esperando que todas las emociones en mi día fueran fuertes por lo que hacia drama de todo y mi vida se volvió polar era el mejor día de mi vida o era espero día de mi vida, obviamente ese sentimiento podía cambiar en segundos por tonterías que para mi eran «deal breakers».
Cada día mi relación con mi novio se volvía insoportable pero dentro de mi tenia una certeza que quería estar con el pero la opacaba mi incapacidad de ver las cosas sin llevarlo a extremos.
Es allí cuando nos recomendaron a la psicóloga Mercedes Vallenilla y desde la tercera sesión la gente a mi alrededor empezó a ver el cambio y me lo decían. Mi relación con mi novio y con la gente cambio porque mi forma de conectar con mis emociones se fue aclarando fue como si poco a poco quitaran una venda y pudiera empezar a ver bien como son las cosas.,
Ya no valía por lo que hacia y lo que hacia no tenia que ser perfecto. Sabia hasta donde me correspondía y hasta donde no, y hasta donde le correspondía a la gente en mi vida y hasta donde no.
Este 13 de Octubre del 2021 acabo de terminar mi proceso con Mer , y lo único que puedo hacer es agradecerle a Dios por mi vida. Antes de la terapia veía la mayor parte de mi vida negativa y pensaba que solo me esforzaba por ver lo positivo y no lo lograba cuando la realidad era que mi vida era increíble y estaba tan bendecida por Dios.
Ahora en unos meses me caso y ya no me siento como una muñequita rota luchando contra el mundo bajo una tormenta, me siento una mujer afortunada por poder quitar de en medio sus heridas para poder casarse con el amor de su vida. Hoy por hoy mi vida no es perfecta, claro que hay baches en el camino pero lo vivo con paz y armonía confiando en Dios. Mi buen pastor que rescató a su oveja perdida. Solo me se afortunada.