Decidí tomar terapia psicológica porque empecé a tener ataques de pánico y me sentía deprimida. En el pasado había hecho terapia pero siempre terminé acompañada de ansiolíticos sin lograr sentirme mejor.
En medio de mi situación alguien cercano me sugirió considerar una terapia psicológica con una psicóloga católica. Allí empezó lo que sería la transformación de mi vida. Poder entender que ser una persona espiritual no te quita tus heridas profundas y que si no logras entenderlas para sanarlas, Dios no podrá derramar todas las gracias que tiene para ti.
Llevo cerca de año y medio y por primera vez, sin tomar ningún medicamento, he logrado sentir bienestar y felicidad. Este proceso ha sido sanador también para mí familia. Poder entender mis heridas, y comprender que con la ayuda adecuada, cada creencia errónea que fui desarrollando podía ser transformada, empezó a darme respuestas que nunca había logrado.
Tengo la certeza de que compartir mi Fe en Dios con mi terapeuta y saber que cada paso que dábamos era de la mano del Espíritu Santo quien obrando a través de ella, y de su gran compromiso, profesionalismo y experiencia, me ha ayudado a descubrir que Dios quiere que sea feliz. Me siento muy agradecida de tener la oportunidad de vivir este proceso a la luz de mi Fe y de la mano de Merce.