Me llamo Ana. Tuve la bendición de recibir terapia de Mercedes hace ya 4 años. Soy misionera católica dedicó mi vida y tiempo a extender el mensaje de Jesús.
Comencé a vivir una vida llena de tensiones y perfeccionismos. Quería ser la mujer perfecta que me había puesto como estereotipo. Vivía tratando de cubrir con el trabajo y servicio mi valor; yo valía tanto cuanto hacia y me vi envuelta en un hacer y hacer que me dejaba cada día más vacía.
Así duré muchos años. Al no poder alcanzar mis expectativas me frustraba y me causaba ansiedad. Necesitaba ayuda y quería alguien que respetara y entendiera, mi fe y la razón de mi entrega a los demás.
Merce con enorme delicadeza fue colocando en su lugar mis verdades, certezas y necesidades integrando mis facultades en su lugar y dando fuerza a las cualidades y dones que había recibido de Dios. Ahora vivo con mucha más plenitud y alegría, la vida y misión de servicio, me doy cuenta de lo que quiero y necesito para poder ser feliz y llegar a mi meta final que es amar y ser amada.
Las personas que vivimos para Dios tenemos la necesidad de Mercedes una psicóloga experimentada que sabe de humanismo, que experimenta y conoce la fe cristiana.
Mi profunda gratitud por el don de la vida de Merce que cada día se capacita para ser mejor psicólogo, mujer, esposa, madre y amiga. Su vida es un testimonio de inspiración y yo soy testigo de su coherencia y profundo compromiso por la sanación de sus pacientes y mi sanación.