Psicología Católica Integral - Mercedes Vallenilla
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Testimonio de Abraham

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🇲🇽 México

Había estado pasando por depresiones leves, pero constantes, en las que constantemente me encontraba desesperanzado y con mucho miedo.  También padecía de mínimo un ataque de pánico al día durante 4 meses, lo que me hacía sentirme sumamente exhausto todo el día. 

De igual manera, había empezado a generar una dependencia al Tafil y tomaba de .5 mg a 1 mg al día, cada vez que empezaba a sentir hormigueo en la garganta por un ataque de pánico y ese temor me hundía también en la tristeza ya que sentía que no iba a poder tener una vida normal.

Había ido con: 2 psicólogos, 2 psiquiatras, 1 neurólogo. Me diagnosticaron con Trastorno de Déficit de Atención y  Distimia

Ante todo, siempre he sido un niño muy espiritual, siempre he tenido mucha fe, y cuando no, salía en busca de Dios. De igual manera, me interesaba enormemente la teología, la filosofía y cada vez que interactuaba con estas ciencias encontraba destellos de esperanza. 

Por recomendación de mi directora espiritual, inicié el proceso psicoespiritual.

Cada especialista previo ofrecía una perspectiva subjetiva de lo que tenían enfrente. Había psicólogos con los que acudía con tendencias espiritistas de forma muy sutiles que invitaban a mirar toda la vida como un “honrar a nuestros padres”. 

Otros psicólogos ofrecían una ayuda muy valiosa, pero únicamente estaba basado en el comportamiento – asumen que si yo me comportaba como “debía” o “quería” comportarme, estaba completo. 

Los psiquiatras ayudaban a curar los síntomas del malestar, pero el hecho de tomar pastillas me hacía recordar a diario que tenía una “discapacidad” y que no podría llevar una vida normal, lo cual me hacía consentir los medicamentos cada vez que tenía miedo con tal de no enfrentar episodios producidos por la ansiedad. 

Era un proceso desesperanzador, a mi parecer. El neurólogo no interactuaba con mis pensamientos, sentimientos, o percepciones. Los síntomas que padecía lo llevaban a la conclusión de un determinado grupo de trastornos.

El acompañamiento psicoespiritual ofrecía una dinámica completamente diferente.

Dios es lo más importante en mi vida y aunque lo conocía y entendía muchas cosas de mi fe, relucen nuevas con cada sesión de mi terapia, y se hacen verdad en mi vida.

Después del primer diagnóstico partía de la idea de que la esperanza y la felicidad eran alcanzables, lo cual me brindaba un panorama sumamente esperanzador y pleno. 

A partir de esto, se ponían en tela de juicio los diagnósticos y a partir de las teorías que Merce me compartía me llenaban de información para poder buscar, procesar, y entender qué cosas se interponen en mi “relación con el bienestar” (por así decirlo).

Voy encontrando con cada sesión la plenitud en las cosas, el dominio de mi ser y la esperanza en lo difícil. No había tenido la experiencia de un modelo tan completo. Y como habían pasado alrededor de 7 años con este tipo de “ayudas”, rompió los paradigmas que veía. 

A partir de la cuarta o quinta sesión sentí mejoría. Actualmente sigo y se estima que estaremos trabajando 5 meses más lo que marcaría un proceso de un año entero. 

Después de conocer otros modelos, uno esperaría que sea algo sumamente controversial y poco práctico. Sin embargo, en mi experiencia, ese es el paradigma de la fe. Amamos y creemos en Dios, pero pensamos que solo “sirve” para algunas cosas de la vida. Dios es vida, y su amor se manifiesta en todo. Una terapia que lo tenga presente es la única solución que puedo encontrar en una profesión que trata con el ser. Como católico, encuentro esto muy lógico, pero solo pudó aclarar la experiencia. 

He ido con psicólogos “católicos” previamente, y por lo general, parece que su profesión y la fe no pueden jugar en el mismo equipo siempre. Eso habla o de una carencia de fe, o de una carencia en la ciencia. Sin embargo, este modelo hace perfecto sentido en ambos lados. Cualquier profesional en psicología que tenga fe, encontrará respuestas y ayudará enormemente, ya que no creo haber interactuado con un modelo más efectivo en mi vida. Tengo amigos y conocidos que acuden al mismo modelo y soy testigo también de su mejora.

Si experimentan un dolor sincero, creen en Dios, lo aman, lo esperan, e incluso lo buscan a diario, y si tienen la humildad para iniciar un proceso de ayuda en el que no hay falta de razón o lógica, se pone el perspectiva la ciencia, la afectividad, y hay un verdadero deseo de salir adelante, han encontrado la ayuda que querían. De forma contundente, saldrán adelante.

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