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El Libro de la Selva

El pasado domingo fui a ver la película “El Libro de la Selva” del autor Rudyard Kipling adaptado al cine por Disney. La película que muchos vimos cuando nuestros hijos estaban pequeños nos recuerda esa historia de un niño que es recibido por una pantera llamada Bagheera y adoptado por una manada de lobos de Seone con su líder Akela y su hermano preferido llamado Gris.

Al inicio de la película comenzamos quizás a verla con cierta nostalgia, pensando la mala suerte que a este niño le deparó el haber crecido entre animales abandonado o arrebatado por las garras del mal de los suyos. Sin embargo, a medida que va transcurriendo la película esos sentimientos se fueron transformando en sentimientos de admiración y alegría por todo lo que esta vida trajo de bueno a este niño y por todo lo bueno que este niño pudo hacer por todos aquellos que lo conocieron.

Análisis pelicula el libro de la selvaMowgli se enfrentó a muchas adversidades. La primera, el tener que aprender a comportarse como un verdadero lobo siendo un humano y eso requirió incluso el sentirse triste por tender a actuar con conductas humanas en vez de asumir las conductas adecuadas a los lobos. Los animales en especial la pantera quien se sentía responsable de asegurar por medio de su entrenamiento su supervivencia en la selva, le insistía al igual que su “madre” lobo, aprender esas nuevas conductas como hábitos de vida. Mowgli sin ningún tipo de problema aprendió a recitar la ley de la manada, la cual entre otras cosas decía que la fuerza del lobo está en la manada y la fuerza de la manada está en el lobo.

Pero un día, esta vida alegre y sencilla de juego, aprendizaje y diversión cambian súbitamente al igual que cuando cambia la vida ante un sufrimiento que de manera inesperada llega a nuestras vidas y –de repente- toda la realidad se transforma por completo. Ese sufrimiento que puede llegar por medio del mal de otros encarnado en la película en el personaje del tigre Shere Khan, quien actúa con un ensañamiento y odio hacia Mowgli. Este, debido al riesgo que corría su vida se ve forzado a dejar la manada de lobos donde creció y a la cual amo para irse a vivir por consejo de la pantera con los humanos.

En el camino, Mowgli le suceden muchas cosas. Entre ellas, lo ataca una enorme serpiente, pero es rescatado por el oso Baloo con quien hace una gran amistad y con quien decide quedarse hasta el invierno. Parece que en Baloo vemos reflejada la bondad de Dios, quien nos envía siempre a personas que se comportan como ángeles del camino para rescatarnos de las garras del mal o simplemente para ayudarnos, el tamaño del oso quizás representa la omnipotencia de Dios. Pero cuando al parecer Mowgli se encontraba muy feliz con su amigo Baloo, llega la pantera de nuevo a exigirle que continúe su camino a la aldea de los humanos pues es el último lugar donde podrá estar a salvo del mal de Shere Khan, pero una manada de monos lo secuestra para ayudar al rey de la manada a ser el rey de la selva y alterar el curso normal de la cadena alimenticia.

En este camino que Mowgli emprende de huida del dolor por la amenaza que representaba hacia su vida la asechanza del mal, se ven las mismas circunstancias que metafóricamente podemos vivir cuando no enfrentamos un dolor sino que huimos de él. Podemos proyectar por ejemplo, el ideal de vida en otra parte, pensando que “en otra vida o con otra persona o en otras circunstancias” todo será mejor sin pensar que el dolor que no es resuelto de fondo se va con nosotros a todas partes.

De igual forma, podemos huir del dolor encerrándonos en nosotros mismos, buscando en el silencio del mundo interior el poder resolver el dolor ocasionado pero sin poder resolverlo realmente pues nos estamos negando el acceso a la comunión que estamos llamados a vivir no solo en el amor, sino también en el dolor con Dios y con otras personas.

Otra forma de huida del dolor que podemos experimentar es el que llamamos de “reformas externas” son las personas que asumen un rol de no conectar con el dolor interior que el hecho les ha causado no siendo capaces de adentrarse en si mismos y lo que hacen es asumir un rol de venganza buscando sacar ese dolor controlando lo externo, buscando cambiar lo que no les corresponde cambiar.

Otra huida del dolor que podemos asumir en ese camino de huida es quedarnos pensando en el pasado y experimentar cierta nostalgia por lo que no fue, lo que fue y ya no es, lo que se perdió, lo que hubiera querido que fuera y ya no es, lo que debí o no debí haber hecho.

Lo cierto es que este camino de huida del dolor no conduce a ninguna parte, más bien acrecienta el dolor interior que un hecho nos ha causado. Es en ese momento del camino de huida del dolor  cuando Mowgli se entera que el líder de la manada de lobos había sido asesinado por el tigre Shere Khan y que la manada estaba siendo amenazada por él hasta que Mowgli regresara.

De repente como un detonador interior el amor que Mowgli sentía por la manada con la que había crecido lo mueve a vencer sus miedos y a regresar. Mowgli deja el camino de huida del dolor y de la asechanza y se enfrenta al mal representado por el tigre Shere Khan. Utilizando los dones y talentos naturales que Dios le había dado de forma creativa es que Mowgli logra usando el fuego, los árboles y las lianas, engañar al tigre en una batalla que fue presenciada por todo el reino de la selva. Shere Khan finalmente pierde la batalla y muere quemado en ese fuego que representa en cierto modo al infierno.

A lo largo de la película podemos darnos cuenta que el “Libro de la Selva” es el mundo donde vivimos actualmente y que Mowgli podemos ser cada uno de nosotros. Las circunstancias de vida en que el “pequeño cachorro humano” vive, pueden al inicio ser muy desfavorables para él, pero cuando llega la dificultad a su vida son las mismas enseñanzas que él aprendió por medio de esas dificultades las que lo ayudan a salir adelante de una manera creativa.

De esa misma manera son las dificultades las que nos pueden hacer a nosotros resilientes y hacer -al enfrentar nuestros miedos- que esos resortes se prendan ayudándonos el día de mañana a salir transformados y fortalecidos de ellas el caminar de esta vida escribiendo nuestro propio libro en la Selva. Pero esto no puede ocurrir, sino enfrentamos nuestros miedos, sino le ponemos nombre a aquellas personas o situaciones a las que les tenemos miedo pues solo nos podemos liberar de aquello que nos esclaviza en el interior o en el exterior si le hacemos frente.

Por otro lado vemos como es la fuerza del amor la que lo mueve a dejar su manada pero es la que lo mueve posterior a ello a vencer sus miedos y a enfrentar el mal que representaba el tigre Shere Khan. Mowgli utiliza de manera positiva sus emociones negativas de enojo, rencor, frustración para movilizarse a buscar justicia, pero no como una sed de venganza sino como una manera de imponer justicia para todos los que estaban siendo oprimidos por el odio, el rencor y el desamor.

De la misma manera nos puede suceder a todos nosotros en nuestras vidas que nos topemos con uno o varios tigres Shere Khan quienes nos infundirán miedo, quizás personas que aparentan solo en la superficie ser buenas y generosas, pero que en el fondo está camuflajeada la verdad de lo que son. El mal al cual nos enfrentamos cada día en forma de dolor que pueden otros infligirnos de una manera voluntaria o involuntaria puede hacernos esclavos si lo asumimos y creamos una dependencia con ese mismo mal que otros profesan y viven.

La fuerza del amor es el motor interior que lleva a Mowgli a vencer todos sus miedos al igual que es la fuerza del amor lo que podrá romper la centrífuga del odio, del mal, del rencor, del deseo de venganza que una víctima experimenta ante su acosador. La fuerza del amor de Dios hacia nosotros, de los que realmente nos quieren; nuestros hijos, la familia, aquellos amigos que tengamos, el amor sano que debemos de tenernos hacia nosotros mismos y que espera que nos amemos y que amemos a otros al igual a como Dios nos ama.

Pero además de eso vemos cuando Mowgli deja de comportarse como lobo y comienza a asumir su identidad de ser humano, es que logra sacar los recursos interiores para vencer sus miedos. Mowgli había estado luchando por asumir la identidad de lobo, una identidad de algo que no era y esa pérdida de identidad lo tenía paralizado ante el miedo que le infundía el tigre.

Eso mismo nos sucede cuando nos llega un sufrimiento en la vida, podemos perder la identidad de lo que somos y un día la persona se mira al espejo y no se reconoce más, ni en cómo piensa, ni en lo que siente, ni en cómo actúa y dice la frase “no me reconozco, yo no soy así”. La persona se convierte en un preso de sus propios miedos que lo paralizan ante la situación de desventaja que vive y las emociones que experimentan lo hacen vivir en una jaula encerrado en una centrífuga en si mismo, cayendo en el espiral de la violencia, centrífuga que genera el propio mal del otro.

La crisis de identidad hacen que no nos reconozcamos en el espejo y no sepamos quiénes somos y en qué lugar del camino nos perdimos, pues todos los elementos que nos caracterizan se encuentran desintegrados paralizándonos ante situaciones nuevas o incluso ante el miedo que ocasiona el mal vivido o la nueva situación que tocó a la puerta.

Pero las crisis de identidad bien asumidas, nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros mismos, a utilizar todos esos recursos interiores con los que contamos, nos ayudan a no paralizarnos ante el miedo que el mal en otros puede causarnos, nos ayuda a movilizarnos para enfrentar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que deseamos hacer, a buscar poner límites ante todo aquello que alguna vez nos aplastó, pero sobre todo, nos lleva a afrontar al tigre Shere Khan para que ya pare de hacernos daño.

En la misma película podemos también aprender otra lección. La pantera Bagheera intentó al inicio proteger a Mowgli, pidiéndole que se comportara como lobo, entrenándolo como lobo, en cierto modo pidiéndole que no se comportara como humano porque de esa forma pensaba que lo estaba protegiendo para que no lo echaran de la manada. Pero el día que Mowgli decidió usar todos sus talentos y comportarse como humano, el día que recobró su identidad de ser humano con toda su bondad, con toda su generosidad pero también con todas sus emociones negativas y su amor, fue que Mowgli creció porque aprender no es cambiar es solo crecer.

Mowgli era un niño lleno de bondad y generosidad que buscaba con su amor ayudar a todos, eso es lo que había en su verdadera esencia, eso fue lo que puso el creador en su interior. Al vencer sus miedos brotó el amor que sembró y muchos miembros de la selva se abocaron a ayudarlo para vencer al mal. La bondad, la generosidad, el deseo de justicia de vivir desde la verdad que es lo único que nos podrá hacer libres fue lo que unió a toda la selva por un mismo fin tan contrario al espíritu de división y del mal que busca siempre desunir. Al final, Mowgli vivió lo que tanto recitó todas las noches antes de dormirse, la fuerza de la manada está en el lobo y la fuerza del lobo está en la manada.

La fuerza del amor entre la familia es lo que nos sostiene en los momentos difíciles y nos ayuda a vencer el mal que podemos experimentar en esta jungla de asfalto que nos ha tocado vivir, pero sobre todo la fuerza del amor de Dios que es la que hace brotar ese amor entre los miembros de la familia. En estos tiempos tan difíciles donde las cosas están tan invertidas, donde el mal está camuflajeado bajo las líneas de un tigre, lo único que nos podrá ayudar a combatirlo es el amor. Y como decía la oración de San Francisco de Asís, donde haya odio lleve yo el amor.
 Donde haya ofensa, lleve yo el perdón.
 Donde haya discordia lleve yo la Unión. Donde haya duda lleve yo la Fe. 
Donde haya error lleve yo la verdad. Donde haya desesperación, lleve yo la alegría. 
Donde haya tinieblas lleve yo la Luz.

La fuerza del amor de la familia está en el hombre y el amor del hombre es la fuerza de la familia, pero la fortaleza del hombre no solo está en el amor que nos tenemos entre los miembros de esa familia, sino en el amor que Dios derrama en los corazones de aquellos que hemos decidido vivir de cara a su amor y a su verdad. La clave del amor es la única clave para escribir tu propio libro de vida en esta selva de asfalto que nos ha tocado vivir.

Mercedes Vallenilla

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

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Que el dolor no te robe el amor

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