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¿Cualitativo o Cuantitativo?

Hace dos domingos en el tiempo litúrgico meditamos el evangelio del óvolo de la viuda que dice lo siguiente:

(Lc 21,1-4): En aquel tiempo, alzando la mirada, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir».

Este evangelio trajo a mi mente una nueva reflexión. Cuando estudiaba en la Universidad mi especialidad en psicología social, me incline más a la metodología cualitativa que a la cuantitativa y no solo porque una de mis limitaciones siempre ha sido en el campo de los números, sino porque como psicóloga pensaba que iba a ser mucho más enriquecedor estudiar las cualidades y características de los fenómenos sociales o de las personas que conforman esos grupos sociales como un todo, sin perder de vista la riqueza que representa la suma de las partes. Esto a pesar de que realicé algunas investigaciones de mercado al inicio de mi carrera, siempre al llegar a los análisis de contenido de las opiniones y percepciones de los grupos lo disfrutaba enormemente.

apostolados iglesia católicaA medida que me fui desarrollando en el ámbito eclesial y filantrópico, este siempre fue un punto en el que mi atención giraba constantemente. El tema de la transparencia –por ejemplo- en la filantropía es básico en la recaudación de fondos o el tener al bienhechor informado del destino de su dinero o del número de personas que el programa social impactará mensual y anualmente.

Al irnos al sector eclesial, este tema me ha producido siempre un poco de violencia interior, pues considero que al acudir a la espiritualidad cristiana es abundante la bibliografía que nos indica no ser este el camino más correcto a la hora de hablar de almas y de fieles.

Muchas veces he meditado que si bien es cierto que sería sumamente idealista pensar que en el sector Iglesia pudiéramos dejar de contar o vivir sin proyectar la economía, pues no podemos organizar una confirmación sin saber si vendrán 100 personas o 1,000 personas ya que tenemos que definir que recursos necesitaremos para  determinar el número de sillas que tendremos que poner o el número estimado de hostias que hay que proveer para la misa. Aunque esto es cierto y valedero, considero que este recurso ha sido sobre utilizado a la hora de tratar con las almas, pues contar muchas veces se ha tomado como signo de bendición de Dios de aquello que en su nombre “hacemos”.

En este sentido pienso que la Iglesia no es una empresa local o trasnacional de “almas” que haya que contar cuando llevamos a cabo o dirigimos un ministerio o apostolado. Cuando escribo en este blog que he creado para compartir las reflexiones que Él me inspira, el que tenga un contador que mida los hits nunca ha sido para mi un indicador de que Dios esta obrando en las almas. Solo por la fe, estimo que así será. Es algo totalmente fuera de lugar desde mi punto de vista ver la entrega a la Iglesia de esta forma y medir como exitosa la obra de la gracia de Dios en las almas por el número de personas que contamos.

He pensado si por ejemplo la Madre Teresa contaba el número de moribundos que ella recogía en la calle. Quizás, contaba las camas que tenía para pedirle a los donadores que le donaran más camas y demostrar así que eran insuficientes y que necesitaba crecer, pero no creo que lo hiciera con el fin de decir que su misión era muy exitosa, menos para presumir al mundo su labor. Tampoco pienso que el Padre Pio de Pietrelcina contaba a las personas que pasaban por su confesionario para obtener el perdón de sus pecados y luego salía del confesionario a conversar con sus compañeros de convento para presumir durante la cena del número de fieles que lo hicieron. Mucho menos creo que el Santo Cura de Ars tratara mejor al donador que más le entregaba limosna en su Iglesia que al que menos donaba porque hacía mucho o poco por Dios.

Creo que aplicar un enfoque cuantitativo a lo que en nombre de Dios entregamos o recibimos no ayuda sino solo para inflar el ego y para tener una actitud de poca humildad ante Dios porque terminan creyendo justamente que son los propios dones y talentos del medio los que obran los frutos y no la gracia de Dios que obra por medio de nuestra pequeñez. Me pregunto si muchas personas hacen eso para llevarle al Señor una ofrenda de sus frutos o sacrificios o más bien para presumir ante el mundo lo mucho que en nombre del Señor hacen por otros. Creo que hacer presupuestos es un medio que necesitamos para contar y con ello poder proyectar necesidades que nos ayudan a vivir con los pies en la tierra, pero no creo que deba y pueda ser tomado como un indicador de medición o un signo de bendición de Dios pues hay muchas cosas que estaremos dejando por fuera.

Una de ellas y la más importante es la acción que el Espíritu Santo obra en el interior de cada persona. Independientemente a lo que hagamos, Él obra de una manera misteriosa y profunda en las almas que le abren su interior con amor y esa acción es pocas veces perceptible a los ojos humanos.He escuchado infinidad de veces las gracias que las almas reciben del Señor y muchas veces esas gracias vienen de acontecimientos vividos en el interior de forma cualitativa, de una oración profunda, de ideas que de repente se hacen luz en la razón para iluminar la propia vida. Es la acción en el interior de cada corazón lo que cuenta y esta acción la gran mayoría de las veces Dios no las deja ver. La gran mayoría de las veces no permite que la veamos justamente porque necesita purificar nuestro interior y mantenernos en una postura humilde y sencilla como instrumentos de su amor, justo con la misma actitud con la que la viuda dio todo lo que tenía.

Otra razón de suma importancia es la pureza de intención con la que debemos hacer aquello que Dios nos pide. Debido al pecado original, nunca tendremos intenciones 100% puras. Es por esto que los padres espirituales recomiendan siempre intentar purificar nuestras intenciones y para ello, solo necesitamos hacer conscientes nuestras motivaciones interiores en el momento por medio incluso de una oración espontánea recordando que estamos entregando lo que por amor a Dios nos ha pedido donar y para que Él obre con profunda libertad por medio de nosotros. También podemos preguntarnos en realidad por qué hacemos lo que hacemos; si nos estamos buscando a nosotros mismos en aquello que hacemos o si estamos buscando entregar el amor de Dios a los demás, compartir una experiencia, compartir los talentos con amor. Purificar las intenciones constantemente es un acto importante de amor para centrar siempre nuestras acciones en Dios y no en los aspectos humanos que pueden darse como consecuencia en esa entrega de amor. Con un enfoque cuantitativo estaremos siendo protagonistas, con un enfoque cualitativo, estaremos siendo solo espectadores de lo que Él desea obrar por medio de nuestros 5 panes y de nuestros 2 peces. Así, cuando Él obre y se vean los frutos por medio de nuestra pequeñez, nadie dudará que es Dios quien obra a través de nuestra entrega y nadie los atribuirá a dones o dotes personales, sino solo a la obra de Dios en nosotros.

Por otro lado hay que recordar que solo somos “siervos inútiles” y que no estamos haciendo sino solo los que nos tocaba hacer. No somos mejores personas ni peores personas porque hagamos mucho o poco apostólicamente, sino por el amor con que hagamos “lo que nos tocaba hacer”.

El evangelio con que inicio este articulo me gusta mucho porque nos da pistas importantes de la enseñanza de Cristo. Los fariseos daban cuantitativamente “mucho”; es decir, el evangelio hablaba de que dieron una gran cantidad de dinero. Pero Cristo en quien se fija es en la viuda que dio tan solo unas pocas monedas, pero Jesús menciona que ella lo “dio todo”. En este sentido, podemos interpretar que cuantitativamente no dio mucho de hecho dio muy poco en comparación con los fariseos, pero Cristo, que ve el corazón de cada uno, se dio cuenta que ella estaba dando todo lo que tenía pero sobre todo vio la intención con la que lo estaba dando.

Creo que aquí esta la clave de nuestra entrega apostólica o de todo aquello que en nombre del Señor estemos llamados a dar. No se trata de si damos mucho o poco cuantitativamente hablando, se trata de si estamos dando con amor y con un gran sacrificio nuestro “todo” para llevar a otros al encuentro personal con la misericordia de Dios. Los padres espirituales en este sentido señalan la importancia de dar con una actitud de amor y de sacrificio la ofrenda al Señor, incluso dar con nuestra mano derecha sin que nuestra mano izquierda lo sepa, imitando sus mismos sentimientos, no buscando reconocimientos que auto compensen la autoestima, sino unirnos al sacrificio redentor del Señor que entregó su todo con amor en la cruz.

San Pablo decía a este respecto: “Si repartiere toda mi hacienda… no teniendo caridad, nada me aprovecha” (1 Cor 13, 3). Es decir, puede ser la ofrenda cuantitativamente alta, pero sino tenemos amor en el corazón no estamos dando nada. También San Agustín decía lo mismo: “Si extiendes la mano para dar, pero no tienes misericordia en el corazón, no has hecho nada, en cambio, si tienes misericordia en el corazón, aún cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios acepta tu limosna”. Ninguno de los dos habló de cantidad sino solo de amor.

En la sagrada Escritura la palabra “limosna” significa “don interior” . Lo que hace referencia a que no es tanto la cantidad de lo que donamos, sino la calidad o cualidad de lo que donamos. Lo que hace valioso a aquello que entregamos es la actitud interior de amor y de sacrificio sin importar si es mucho o poco. Abrirnos mutuamente con amor como un don recíproco como Cristo se donó en la cruz, es lo que nos lleva a la transformación interior y por ello a la conversión propia y a la de las almas que Él quiere acercar a su corazón misericordioso a través de nuestra entrega. Al final de la vida es solo por eso por lo que seremos juzgados: por el amor.

 

Mercedes Vallenilla

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

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Un comentario

  1. Hola Psicóloga Mercedes. Soy una maestra, que imparte la clase de Educación en la Fe en una escuela católica, de religiosas, Carmelitas del Sagrado Corazón.
    Al estar revisando mi WhatsApp recibí un mensaje dónde se me preguntaba, por qué no hay una calificación para dicha materia. En mi mente llego el miedo de no saber explicar a los papás, que la materia no es cuantitativa, si no cualitativa. El miedo era cómo se los explico….En eso le pedí a Dios en mente que me ayudara, que pusiera en mí las palabras para decirles…. se me vino a la mente buscar en Internet, y así fue como la encontré a Usted, que con su fe y experiencia me ha dada la luz, que necesitaba. Agradezco a Dios que siga haciéndose presente en las personas que aman la vida que Dios les ha dado.

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