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¿Arquitecto o Agricultor?

Los arquitectos son los profesionales que se encargan de diseñar con una gran dosis de creatividad un proyecto arquitectónico. Pero su labor no se queda solo en el diseño, sino también participan en la proyección del mismo, el cálculo, la construcción, dirección, supervisión y asesoría de la obra para maximizar y optimizar los recursos. Su trabajo involucra aspectos operativos así como aspectos sociales, culturales, estéticos, económicos e incluso ecológicos para poder preservar el medio ambiente y el impacto de la misma obra.

Por otro lado, tenemos a los agricultores que son aquellas personas que se dedican a labrar la tierra para poder sembrarla y así obtener los alimentos necesarios para el sostén alimenticio de los seres vivientes. Ellos cuidan con mucho detalle la tierra, le quitan las malas hierbas, la fumigan, la aran y la siembran con enorme dedicación, paciencia y esperanza de que un día dará abundante fruto.

formas de oraciónY es que podemos vivir la vida espiritual de ambas formas. Podemos intentar ser arquitectos de ella llevando una planeación de los medios como deseamos relacionarnos con Dios, cuidando la forma y los detalles, proyectando las actividades apostólicas, buscando entregar lo recibido con amor, deseando al final tener una buena relación con Él. Podemos también buscar optimizar los recursos personales para poner a producir los talentos recibidos y al ponerlos al servicio de Dios, convertirlos en dones que lleven a otros a Dios.

Pero también podemos ser como el agricultor, que hace lo que le toca con amor y paciencia, cuida la tierra que es su alma con profunda delicadeza porque allí está recibida y sembrada la semilla del amor que es la fe. Pero el agricultor también pasa largas horas bajo el sol con un gran sacrificio, haciendo tareas que sabe por la esperanza que tendrán una recompensa a futuro no solo aquí en la tierra sino en el cielo y se acoge a la providencia pues sabe que la lluvia, el sol, la sequía y la tormenta pudieran alterar el resultado de su cosecha, pero hace lo que le toca hacer con una profunda confianza en Dios como si todo dependiera de él sabiendo que al final todo dependerá de Dios.

Ninguna de las dos formas descarta como valedera a la otra. Muchas veces, por nuestros rasgos de personalidad, nos ayudaría buscar llevar una relación con Dios de una manera más arquitectónica y a otras personas les ayudaría más llevarla como el agricultor. Hay momentos de la vida donde podemos parecernos más al arquitecto cuando intentamos vivir centrados en Dios y habrán otras ocasiones de la vida, cuando nos ayudará más ser como los agricultores que viven conectados bajo el cielo con Dios. Incluso, podemos vivir la vida espiritual siendo agricultores y arquitectos a la vez, planeando un poco pero adaptándonos a los cambios improvisados que Dios permite en la vida.

Lo importante no es si somos arquitectos o agricultores, sino si estamos buscando acercarnos a Dios. En el evangelio cuando Jesús obró milagros, siempre fueron las personas beneficiadas las que buscaron al Maestro. Lo buscaron, lo persiguieron o los amigos lo llevaron pero siempre fue el hombre que fue en busca del Salvador con fe y estas fueron las condiciones suficientes pero necesarias para que Él obrara un milagro.

Jesús solo quiere que estemos cerca de Él y que seamos portadores de su amor. A Él no le importa lo que hayamos hecho ayer, solo quiere que vivamos cerca de su corazón hoy. Pero a veces no sabemos cómo acercarnos a Él, porque la vida quizás ha hecho acumular rencores, odios, diferencias, heridas del pasado que no sabemos cómo sanar y menos perdonar, pero Dios siempre está allí, esperando que seamos nosotros los que demos ese primer paso para acercarnos a Él.

Intentar buscarlo dentro del corazón significa intentar conocerlo, pues no podemos nunca amar a quien no conocemos. Pero para dar ese primer paso, quizás sea conveniente ser como el agricultor, que lo involucra en su vida de todos los días, que derrama bajo el sol su sudor sobre la tierra que ara y pisa cada mañana, invitándolo a formar parte de cada esfuerzo que hagamos, intentando dialogar con Él en el corazón o simplemente suplicándole viendo al cielo que llueva para que refresque un poco del calor producido por el sol durante la jornada. Y quizás, cuando ya hemos dado pasos de ir a su encuentro, de ir a la Iglesia a dialogar con Él, de intentar reconciliarse con el pasado, es que podemos intentar ser como los arquitectos, poder trazar un plan detallado de los medios que podemos poner para poder vivir una vida con Él.

Jesús quiere y desea penetrar nuestros corazones. Necesitamos brindarle la oportunidad de hacerlo. Él respeta siempre nuestra libertad, pero requiere de nuestra colaboración para lograrlo. Y así, su amor puede ir poco a poco sanando el interior y llenándonos de su gracia para poder tener un dialogo constante con Él dentro del corazón, para que Él forme parte de nuestra vida diaria, estemos cosechando o proyectando, sembrando o planificando, lo que sea que nos toque hacer pero hacerlo todo con Dios.

Así es la vida espiritual. Podemos comunicarnos con Él, siendo arquitectos al ir a misa, recitar oraciones vocales, rezar el rosario, colaborar en un ministerio pero también podemos estar orando con Él como agricultores que viven viendo al cielo pidiendo para que la cosecha de frutos abundantes y la jornada sea productiva, confiando en que estamos en manos de la providencia y orando en el silencio del corazón con el Señor, cantado alabanzas e invocando al Espíritu Santo para que nos auxilie.

Lo importante al final es que Él quiere amarnos y desea estar en contacto con nosotros. No podemos cultivar una relación con una pareja a la que no conocemos. Quizás, podemos comenzar por ser agricultores, acercarnos a la Iglesia, dialogar con un sacerdote amigo, pedir ayuda si estoy en pecado, para después poder construir un camino como arquitecto, pero recordando siempre ser agricultores en el interior. Podemos gemir al sembrar bajo el sol, llorar cuando no viene la lluvia o agradecer cuando la cosecha a dado frutos. Podemos invitarlo a darnos una idea creativa para un diseño, adaptarnos cuando los materiales de la construcción se han dañado por la mala calidad o cuando el presupuesto inicial no ha alcanzado o tenemos que hacer una modificación al proyecto original en el camino. No importa cuando, para que Jesús haga un milagro y penetre nuestro corazón debemos buscarlo de la forma que sea, creando oportunidades, gimiendo, gritando, dialogando, buscando, intercediendo, suplicando, agradeciendo, saliendo a su encuentro, pero todo con Dios.

Al final, si somos agricultores o arquitectos es solo importante en la medida que nos lleve a Dios. Alternar ambas modalidades puede ser muy beneficioso a la hora de intentar relacionarnos con Dios, pues al final lo que si no se nos puede olvidar, es que somos hijos amados por Dios.

Mercedes Vallenilla

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

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