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¿El fin justifica los medios?

Siempre hemos pensado que hablar de ética, conlleva a la reflexión de situaciones relativamente utópicas. Usamos el término utópico porque la realidad es que nos encontramos en un mundo donde la ética se ha relativizado; es decir, lo que es ético para uno, no necesariamente es ético para otros.

La ética como ciencia, se encarga del estudio de la moralidad de los actos humanos. Como bien sabemos, todo acto conlleva el uso de las tres principales facultados del hombre según la antropología fundamental, las cuales son Inteligencia, Voluntad y Libertad.

Dentro de la ética, consideramos que cuando mencionamos a la inteligencia, debemos “sustituirla” por conciencia, ya que a través de ésta, podemos evaluar la moralidad de nuestras acciones antes, durante o después de cometerlas.

el fin no justifica los mediosLamentablemente, el hombre post moderno ha desvirtuado la visión antropocentrista que se instituyó en el renacimiento, en el cual se defiende que los intereses de los seres humanos son aquellos que deben recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Actualmente, hemos caído en una visión egocentrista, donde solamente importa la satisfacción de la persona de forma desmesurada perdiendo de vista a otros, donde cada quien busca sus propios intereses sin considerar a la otra persona.

Esto verdaderamente supone un problema para la humanidad, porque como mencionamos con anterioridad, la ética se ha relativizado y es justamente debido al egoísmo el cual es tan contrario a lo que Cristo vino a enseñarnos entregando su propia vida por cada uno de nosotros en la cruz.

Hoy vivimos una visión utilitael fin no justifica los mediosrista del hombre, donde muchas personas evalúan premeditadamente antes de optar o tomar una decisión o una acción ¿ qué hay para nosotros en ésto?, ¿qué ganancia o beneficio obtengo si me comprometo con esto? y bajo esta perspectiva, muchas personas entablan relaciones o actúan movidos por un interés particular de sacar un provecho o de obtener algo a cambio. Ciertamente no es la regla general, pero es algo que sucede con frecuencia actualmente.

Con esta visión utilitarista de las personas, el hombre pasa a usarse como una cosa en vez de amarse y las cosas pasan a amarse en vez de usarse invirtiéndose completamente el sentido del amor y la dignidad de la persona que ha sido creada por Dios para amar y para ser amada. Y con ello, se pierde totalmente el sentido de conjunto, la responsabilidad que como sociedad debemos de tener, el sentido de la caridad cristiana, de la solidaridad, de ayudarnos los unos a otros para llegar a un mismo fin.

El núcleo del problema quizás se centra principalmente en los medios que utilizamos para llevar a cabo o alcanzar nuestros fines. La realidad es que muchas veces el estudio de la ética y la experiencia de ésta se reduce a una interrogante: “¿el fin justifica los medios?” y ¿en verdad lo justifica?

Es justamente aquí donde entra la libertad y la conciencia de las personas. Pero justamente cuando no hay una conciencia formada, las personas optan por medios no éticos incluso para llegar a fines buenos en si mismos.

La vida se encuentra llena de ciclos, algunos buenos, algunos malos, pero en todo, encontramos ciclos. Hay un ciclo en particular que consideramos es completamente aplicable al ciclo de la ética.

La ética funciona de la misma forma que los ciclos: queremos un mundo mejor, queremos gente honesta con las que se puedan hacer negocios, queremos políticas de gobierno que no manipulen el sentido de la vida, que no nos manipulen y que busquen el bien de las personas. Evidentemente es imposible obtener una sociedad perfecta, eso no significa que podamos buscar llegar lo más posible a esa perfección. Con esto nos referimos a que tenemos el mundo que nos merecemos.

Todos tenemos el deseo de querer vivir mejor y en un entorno mejor. Lo buscamos intrínsecamente; sin embargo, ese deseo muchas veces colude con el de otros hasta el punto de afectarlos y nos encontramos ante una situación ética en donde debemos de decidir. Es común que si se desea algo que afecte a otros, pero se desea sin ética, se encontrará una excusa para evadir el sentimiento de culpa y de cierta forma justificar las acciones que se emprendan para lograrlo. Es lo que en psicología se llama “Racionalización o Justificación” y son ambos mecanismos de defensa donde se esconde realmente la verdad y en cierto modo, existe un acomodo de la información que se maneja o procesa para al final, “tapar” el acto que no es ético.

Hay personas que han perdido en gran medida su conciencia o porque han ido poco a poco cediendo en “pequeñas” cosas o pequeños actos no éticos, pero a la larga se encuentran cometiendo actos no éticos de gran tamaño; son esos “pequeños” detalles del hoy, que se convertirán en los grandes actos del mañana. También se puede dar el caso de quienes cometen actos faltos de ética porque no han formado de manera correcta su conciencia. En este caso, la solución es buscar a otras personas que si lo están para poder formarla cuando tenemos una duda razonable o cuando pensemos que nuestras acciones podrían entrar en conflicto ético respecto a cómo debemos de actuar.

El evangelio dice que quien no es fiel en lo poco no lo será en lo mucho. Esto parece operar de igual forma en el caso de la ética cristiana. Quien comienza pensando que “no pasa nada” con cometer un acto no ético o disculpando el hacerlo disfrazando sus acciones con constantes justificaciones, terminará al cabo de poco tiempo, viviendo de manera poco coherente a su conciencia y muy alejado de los ideales de vida que inicialmente tenía; hasta que un día, no se reconocerá en el espejo ni en su manera de pensar, ni en su manera de sentir, ni en su manera de actuar. El ceder en lo pequeño hará que en el futuro se conviertan en otras personas esclavas de sus mentiras.

La respuesta a “¿El fin justifica los medios? es muy simple: nunca el fin justifica los medios. Esta es una de las máximas del pensamiento social cristiano: si el fin es bueno, los medios deben ser también buenos, deben por lo tango estar alineados y ordenados a ese fin. Pero porque el fin sea bueno, no justifica que usemos medios que vayan en detrimento de otras personas y no alineados con la ética cristiana que debe estar fundamentada en los valores que profesamos y que guían nuestra conciencia.

La respuesta siempre será actuar con amor y en coherencia a los valores que profesamos. Eso siempre nos llevara a defender la dignidad humana por sobre nuestros intereses personales, será recompensado con la fidelidad de Dios expresada en que Él nunca se dejará ganar en generosidad; y además, podemos vivir en paz por haber sido fieles a nuestra conciencia y así, poder optar en nuestro juicio final por la vida eterna.

Si todos los católicos fuéramos coherentes con nuestras creencias y valores cristianos, deberíamos de estar vinculados con un proyecto personal ético desde nuestra propia vocación de cristianos; que a su vez contemple y beneficie a otros de alguna u otra manera. Formas hay muchas y las necesidades infinitas. De esta forma, los medios estarán al servicio de los fines. Si los fines son buenos, los medios siempre deben serlos.

Mercedes Vallenilla

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

Mercedes Vallenilla

Psicóloga Católica Virtual / Conferencista Internacional / Escritora / Blogger / Candidata a Doctora en Psicologia

Psicóloga con más de 25 años de experiencia dentro de la Iglesia Católica en diversos países. Pionera en la atención psicológica de manera virtual desde hace 18 años. Autora de 4 libros sobre psicología y espiritualidad cristiana. Maestra en Ciencias del Matrimonio y de la Familia por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Anáhuac. Candidata a Doctora por la Universidad Anáhuac en México.

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